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Buena Nochis

Por Alvargonzález; 8 de febrero del 2004

Al Lic. Enrique Reyes, Cronista de Nochis y magnífico anfitrión.

Aprovecho el viaje para que nos asomemos tú y yo a dos vertientes: la una más geográfica y tangible que la otra que no por sutil es menos influyente en nuestra hechura histórica. Creo que ya lo sabes: el ser humano es el animal más perezoso de la creación, y eso se refleja también en el lenguaje. Si he comenzado con eso de ‘buena Nochis’ no es sino la forma compacta de decirte que es una población bella, apacible, limpia y multicentenaria; es decírtelo con la forma que utilizan sus habitantes y exiliados (ya sabes, el norte jala) para referirse a Nochistlán. Esa es la muestra de cómo el esfuerzo lingüístico tiende a la reducción y que no es otra cosa sino el reflejo de esa pereza característica de la especie y que va hasta la punta de la lengua. De paso te advierto que ese fenómeno de compactación lingüística tiene su lado virtuoso, es parte de las lenguas vivas, que el inglés sabe aprovechar muy a su favor. Pero vamos a Nochis como tal, como ciudad vinculada a la hechura de Guadalajara.

‘Lotrodía’, tal cual, fui –fuimos el grupo de los amigos del hertzio–, a ver la simiente urbana de la urbe peregrinante que acabó instalándose en el Valle de Atemajac. No, no, la ciudad no se movió de sitio; los que caminaron fueron sus primigenios habitantes. Parecerá contradictorio con aquello que te decía de la pereza que nos hermana humanamente, pues el echarse a andar buscando un lugar remoto y felicitante o facilitador de la felicidad, no es síntoma de flojera. Todo lo contrario pues verdaderos esforzados eran los que hicieron el largo camino entre Nochistlán y la Guadalajara definitiva; ruta que con escalas en Tonalá y Tlacotlán duró diez años: de 1532 a 1542. Pero algunos debieron quedarse, a pesar del riesgo que implicaba su decisión y ello lo muestra cierta hermandad arquitéctonica entre las diversas guadalajaras.

Mira lo que son las cosas. Fue mi padre el que me hizo oír la voz de las piedras, y te explico cómo. Aquellos viandantes urbanistas, creadores de urbes, traían en la memoria su idea de ciudad. Si observas la manufactura del balcón nochistlense, envolvente de la esquina, es el mismo estilo que luego florecería y sería característico de aquí. Quedaron muestras aisladas como el Rincón del Diablo y otro en Pedro Moreno y Colón; en eso me hizo caer en la cuenta mi patrone cuando ‘lotrodía’ (vuelta con lo mismo) fuimos a Nochistlán que ahora ya va siendo contaminada con el estilo ‘quesque’ neocolonial de época. Sí, ese estilo arquitectónico fruto del dólar enviado del norte con un recorte de revista adjunto diciendo: “háganme la casa así”.

Con todo, Nochis sigue siendo buena. Anda y mírala por dentro.

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2 comentarios en «Buena Nochis»

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