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Callada campana

Por Alvargonzález; 16 de abril del 2003

¡Silencio! Por favor ¡pido un minuto de silencio! ¿En honor de quién? Del silencio. ¿Qué no te has enterado que su majestad El Silencio ha muerto irremediablemente? Mira lo que son las cosas: tú y yo nos parecemos mucho porque igual que tememos la oscuridad, sinónimo de maldad, incertidumbre o del ‘no veo claro’, tememos al silencio. Somos tú y yo paradójicos: nos quejamos del ruido envolvente, pero le echamos candela al radio, a la ‘compactera’ o a la tele para no sentirnos solos. ¿Me equivoco? Miedo y mucho al silencio. ¿Por qué?

Guadalajara, la ciudad medieval que perduró hasta pasada la mitad del siglo 20, en los tiempos cuaresmeños quedaba envuelta en el silencio. El costumbrismo multisecular implicaba que durante las semanas previas a la denominada Santa, la música cesara; ni los radios –aquellos aparatos voluminosos repletos de bulbos– pronunciaban sonido alguno. Era parte de una respetuosa liturgia comunitaria que no se circunscribía a los templos, y que creo tenía un sentido rescatable. Fíjate: no te pregunto cuál es tu credo confesional, si es que alguno tienes, sino algo tan simple como si, ¿no crees que un poco de silencio y de cuando en cuando, nos serviría para algo? No se necesita ser ‘científiconorteamericano’ para advertir que sin una adecuada dosis de silencio el pensamiento no puede florecer, y que sin pensamiento creativo-colectivo esa hipótesis llamada ‘nación’ no puede ocurrir. ¡Silencio por favor, silencio!

No sé si te tocó vivir en una ciudad que aún no era invadida por el ruido incesante, pero ya bien traspasada la frontera de la segunda mitad del 20, la voz de las campanas era audible e identificable: cada barrio su templo, y cada templo su timbre campanil. Distinta voz las del Santuario que las de San Aquel y Santa Ésta, templos. Las campanas callaban llegada la Semana Santa y unas matracas trepidantes bastaban para convocar a los fieles a los oficios religiosos. Mira, elegí mostrarte esa campana herida y que está en la torre de San Miguel (sur) y no la enorme matraca con sus aldabones que aún se encuentra en la torre de Santo Santiago (norte) de catedral. ¿Por qué? Porque me parece un símbolo extraño.

Sucede que en las guerras del 19 entre liberales y conservadores, desde el Hospicio un cañonazo liberal pretendió silenciar la campana de la Purísima Concepción. Extraño símbolo pues fueron los liberales con sus ceremoniales columnarios los que inventaron eso de “un minuto de silencio en honor de…”. Te pido de nuevo y con todo respeto que guardemos un minuto enorme de silencio en honor ¡del silencio perdido y al que tanto miedo tenemos! ¿Tú no? ¿Por qué le tememos al pensamiento? Si lo averiguas me lo dices, por favor, aunque sea en silencio.

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Visita el blog de Aurora González de Mendoza (nieta de Alvargonzález): http://rejadeunpenar.blogspot.mx/

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2 comentarios en «Callada campana»

  1. Miguel angel Gonzalez Arroyo

    Siempre lo escuchaba en radio udg, soy sobrino de Eduardo González Moreno tío de Don Álvaro del bello zapotlan

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