Saltar al contenido

De Hosto y Trotsky

Por Alvargonzález; 22 de septiembre de 2003

La conozco hace mucho y ella fue la que primero me contó sobre la aparición del líder por el rumbo de Etzatlán y cómo en nombre de la entonces todopoderosa CROM organizó el sindicato de mineros en El Amparo. “Vestía como los boy scouts, con camisola, pantalón de montar, botas altas y con sombrero de ala plana…” (¿Indiana Jones?), así lo recuerda a sus más de 90 cumplidos Doña Nany Ramos quien además de describir el estilo de vestimenta del sindicalista dice lo vio llegar en un lujoso automóvil.

No dudo del maltrato a sus trabajadores de la ‘Cinco Minas Company’ pero el procedimiento seguido por el redentor del proletariado resultó ser la rígida jugada de pizarrón síndico revolucionaria: huelga, arreglo, más exigencias, reventazón y cierre de las minas. Más sorprendente quizá y paradójica la figura del líder –comunista por confesión propia–, con su atuendo ‘jolivudense’ y con auto americano, representando a la inefable CROM de Morones. Total: la ‘Cinco Minas Co.’, se convirtió en cero minas.

Nany, te digo, lo conoció en Etzatlán, pero aquel personaje que había alcanzado en la Rev. el grado de Coronel, y que se ostentaba como defensor a ultranza del verdadero comunismo –o sea el de Stalin…–, se aquerenció en Hostotipaquillo. Allí contrató a dos ex mineros para cuidar su quinta campestre en la capital (muy socialista, pero con casa de campo). Así Jerónimo Luna fue a dar de Hosto a la Lutecia nacional en donde ingresó en un universo para él desconocido. A poco, por instrucciones del líder, pasó de cuidador de granja a integrante de un extraño conjunto que daría una serenata singular en Coyoacán: al filo de las tres de la mañana del 23 de mayo del ’40, más de 200 disparos despertaron horrorizado a León Trotsky, el tan odiado por Stalin. ‘Quesque’ no querían matarlo, sino asustarlo para que se fuera. El defensor del verdadero comunismo y autor intelectual, fue a esconderse en Hostotipaquillo a donde llegó nuevamente con su esposa y sus telas. ¿Telas? Sí, para ponerse a pintar allí.

En agosto el radio llevó a Hosto una noticia: León Trotsky había sido asesinado, y el fugitivo brindó con los ex mineros por la buena nueva. Previsor, el ahora escapista, había habilitado una cueva como escondite y/o estudio, cerca del pueblo y envió a Jenaro a la capital en una misión revestida de claves misteriosas a fin de que llevara unas cartas y ¡entregara algunas pinturas! El paisa Luna recuerda haber hablado con individuos de acento extraño que le entregaron mensajes lacrados y una buena suma de dinero. Además las instrucciones para aguardar un avión que rescataría al oculto en el pueblo.

El avión nunca llegó y los que sí llegaron el 20 de septiembre de 1940 fueron soldados y policías que se llevaron a Siqueiros. No por alborotar mineros, sino al gallinero de Trotsky.*

*las imágenes –monumento funerario y placa–, son de la casa que habitó Lev Davidovich (a) L. Trotsky en Coyoacán.

Comparte si te ha gustado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.