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¡El ángel se va, se va, se va a caer!

Por Alvargonzález; 23 de junio del 2003

El ángel se va a caer y a nadie le importa, porque así somos y ni modo. Se trata, obvio, del Monumento a la Independencia, y que obviamente está en la Calzada llamada así por él. En ese lugar ahora tan inhóspito de una urbe con bajos índices de urbanidad, la estructura pareciera simbolizar una pregunta añeja: ¿qué es la tal independencia? Respuesta monumental: es algo muy complicadamente hermoso, pero frágil y quebradizo. Acércate, si puedes, y ve como está.

Ya en alguna ocasión, aquí mismo traté de mostrarte algo cuyo simbolismo me pareció sorprendente, pues allí está el Padre de la Patria con el brazo alzado y con el índice señalando hacia el norte franco. Como si en aquel Centenario independentista celebrado en el 910, en mármol y mayestático, Hidalgo marcara una ruta luego de la derrota de Calderón: “¡si aquí algo sale mal, nos vamos pa’l norte!”. Seguro ni el gobernador Ahumada, ni el diseñador original del conjunto escultórico, el italiano Gusmeri cuya marmolería estaba frente a Mezquitán, cayeron en la cuenta de eso cuando se decidió erigir el monumento allí; mucho menos pensaron en que se condenaría a la ignominia estúpida (tal cual) la mejor obra escultórica que existe en Guadalajara en el plano del culto heroico y prescindiendo de interpretaciones históricas o simbólicas. Estéticamente el monumento es magnífico y ¡se está cayendo!

Pero ya ves cómo somos: ‘tercermundanos’ y resignados. Si se cae, pos que se caiga. Nomás quiero que me digas cuál mármol italiano (o local) puede soportar sin daños el monóxido reinante en la zona. Que las proporciones del monumento escultórico y su armonía son admirables y magníficas, eso no es cosa que nos incumba a los ciudadanos ocupados en la persecución de salarios mínimos o máximos, y que a la carrera vamos por la Calzada horripilante. Que la columna que soporta a ese ángel –que no ángela como la del Gran Monumento de la Independencia–, esté fisurada por la trepidación y a punto de desplome, ‘pos’ qué importa. Que la trompeta de mármol que tenía la alegoría de la patria convocante en la cara oriente, fuera bandalizada, ‘pos’ es parte de nuestra macha forma de ser. Ni modo ¡se nos está cayendo a pesar de INAH’s o de tantas otras siglas amparantes de buenas quincenas nominales!

¿Cambiarlo de sitio? Acuérdate que somos rígidos, duros de entendederas. Si allí lo puso el porfiriano Ahumada, pos que allí se quede hasta que se desplome… Pero eso sí, al sacacorchos de Don Pepe Quetzalcóatl honor y gloria. ¿Tú entiendes? Yo también: así somos y ni modo.

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