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Hospitalaria

Por Alvargonzález: 14 de mayo de 2003

Alguna vez, aquí mismo, traté de mostrarte una inscripción que se encuentra en la cara poniente de los viejos Arcos (que me parecen tan absurdos e inexplicables como los nuevos, pero con eso de que ya nos acostumbramos a verlos…). Allí se lee eso de “ciudad hospitalaria”, y que puede ser interpretado –te decía–, en más de un sentido y de esa ambigüedad me aprovecho hoy: ¿cuántos hospitales hay en la ‘hospitalaria’ Guadalajara?

La respuesta la ignoro, pero algo sé de la historia de los hospitales tapatíos y a partir de aquel primero y fundado en la margen oriental de un río que tomó su nombre del llamado “Hospital de San Juan de Dios”. Por cierto, y de pasada, te recuerdo que el término ‘hospital’ es un poco engañoso, dado que esencialmente no significa otra cosa que ‘albergue’, y lo de ser referido al lugar donde se atienden dolencias y enfermos fue una derivativa fruto del uso multisecular de la expresión. Tienes por ejemplo la versión podada del término, –‘hostal’ de donde surge lo de ‘hotel’–, y si adviertes eso podrás aquilatar el hecho de que los llamados ‘hospitales’ en la Colonia cumplían en no pocos casos con la doble función de atender no solo dolientes sino también a viandantes necesitados, claro, de ¡hospitalidad!

En el sentido médico-curativo fue hasta el entrecruce de los siglos 19-20 cuando Guadalajara tuvo el primer hospital privado; es decir, durante varios siglos la atención hospitalaria de enfermos fue comunitaria y sin distingos. Así el Hospital de San Miguel de Belén, creación del formidable Fraile Alcalde, era el único que existía para la doliente y ciudadana humanidad, hasta que –según lo narra la crónica–, una dama alcurne, la Sra. Corcuera de Pérez Verdía, advirtiera camino a San Pedro que un menesteroso requería atención médica; de ese encuentro fortuito le brotó la idea de fundar un nuevo hospital.

Así y al otro lado del río, en Analco, fue construido el Hospital del Sagrado Corazón cuyo nombre hace alusión al carácter religioso de una fundación en principio caritativa, pero que devendría colateralmente en lo que es actualmente el servicio hospitalario privado: atención por pago (fórmula que según parece ha alcanzado niveles enfermizos).

Aparte de la Sra. Corcuera, hay dos figuras que destacan en la creación del entonces novedoso hospital: la madre Nati (Natividad) y el párroco Atenógenes Silva cuyo busto está en el centro del corredor de un edificio que persiste con su curativa labor. La religiosa, admirable por su bondad, es venerada allí por la comunidad hospitalaria que creó con la ayuda y el apoyo del Presbítero Silva. Así, con su bien cumplido siglo el ‘Sagrado Corazón’, sigue palpitando saludablemente para bien de las dolencias tapatías.

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