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Tardío pero tapatío

Por Alvargonzález; 29 de septiembre del 2003

El gótico fue algo medieval (siglo 12) y profundamente devocional. La comunidad emprendía un proyecto formidable cuya resultante no sería de ninguna manera conocida por aquellos que bajo la dirección de un abad arquitecto, unían inicialmente su esfuerzo y sus manos para juntar y labrar piedras e ir así  realizando aquellas iglesias monumentales. Si bien el término “gótico” hace alusión a los “godos” o alemanes, fue Francia el país que marcó una pauta arquitectónica que prevalecería durante siglos en sus dos modalidades: eclesiástica (iglesias y monasterios) y civilista (en la construcción de edificios públicos).

El fervor gótico cruzó océanos. Llegó hasta el muy Americano continente, y una ciudad que brotó precisamente en la frontera entre la Edad Media y El Renacimiento –Guadalajara–, no podía quedarse al margen, aunque quizá a destiempo… El conocido popularmente como templo Expiatorio (de su nombre oficial y de su hechura ya nos ocuparemos, tal vez), fue proyectado en el siglo 19 y concluido ya bien avanzado el 20. Más rápido en su hechura, y más desconocido quizá por su rumbo urbano, es el templo parroquial de “Nuestra Señora del Rosario” cuya torre puntiaguda sobresale a la distancia bordada finamente en cantera. Extraoficial y popularmente se le conoce como templo del “Padre Galván”, y porque allí reposan los restos de quien fuera víctima de la turbulencia revolucionaria en 1915, pues por practicar su oficio ministerial, los carrancistas lo acusaron de villista y lo fusilaron. ¡Hazme el revolucionario favor!

Si no entiendes que el gótico religioso es mezcla de arquitectura con devoción, no entenderías que en el catastrófico año tapatío de 1913 –entre temblores y revoluciones la ciudadanía no encontraba la puerta–, las autoridades eclesiásticas decidieron dedicar una capilla a la patronal imagen del Rosario. Y en uno de los barrios más amolados de la ciudad: en “El Retiro”, zona de curtidurías y de obreros, que se sumaron a la realización de la obra templaria.

Pedro Castellanos Lambley fue inicialmente arquitecto; y te digo que inicialmente porque derivó en sacerdote católico ya muy entrado en años. Él fue el autor del proyecto a construirse en el terreno donde estaba la capilla inicial y donado por Ramón Oceguera, quien además aportó una buena suma en efectivo para el arranque. Mal año de comienzo –el 24–, porque en el 26 de nuevo se calentaría el caldero teológico-político nacional. Años de la absurda y sangrienta ‘cristiada’ que paró no sólo la construcción sino a los templos construidos. Hasta 1936 se reanudaría y 20 años después quedaría prácticamente como hoy está allí: por la calle del Hospital, en el corazón del Retiro, muestra de un gótico muy, muy tardío y tapatío. No es una mala obra –arquitectónica-, si bien un poco extraña, pero en eso de asuntos devocionales y como tal vez digas tú: “pos ca’quien”.

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2 comentarios en «Tardío pero tapatío»

  1. Saludos a todos los mártires de la radio.
    Gracias a los que hacen posible ésta página.
    No hay que conformarse con ser admiradores de Alvar, hay que proyectarse con servicio útil a la sociedad.

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