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Adicto de carrera

Por Alvargonzález; 2 de junio del 2003

Catón –quién no ha leído a Catón– tiene entre sus recurrencias literarias ese que llama ‘el viejo Panteón de Ábrego’ y al complificante burócrata, y a quien denomino así porque lo suyo no es simplificar algo sino complicarlo todo. Complejidades aparte, puedo asegurarte por propia experiencia que una vez probadas las delicias sustanciales y sustanciosas de la nómina del presu-puesto público resulta difícil olvidar su saborcillo y que en esa tesitura los servidores de la nación pueden desarrollar capacidades insólitas que les llevan –‘desdendenantes’– a realizar una brillantísima carrera ¡en zigzag! “¿Pa’qué soy bueno señor licenciado? Dígame porque ardo en deseos de servir a la ‘suaveáspera’ patria…”

Puedo asegurarte también que la imagen lapidaria que sustenta las líneas a las que amablemente les clavas la retina ahora –las líneas, te advierto, no son sino complemento de la foto–, no fue encontrada en el viejo panteón de Ábrego. No. Está en un viejo cementerio de esa Mesa Central en la que ‘desdendenantes’ –otra vez–, se sirven los mejores banquetes de nuestro federalismo tan meschica, y en donde para memoria de las generaciones futuras aparecen los méritos del finado multiespecialista del servicio público federal.

Tú de sobra sabes o debías saber lo difícil del armaje de un diario: un espacio que tiene límites de elasticidad y en donde debe jerarquizarse lo noticioso. Eso lo apunto porque las dimensiones de la foto que trato de mostrarte cuando aquí me aparezco están supeditadas al armaje final; y eso significa que yo me entero del tamaño de la imagen al mismo tiempo que tú y al buscarme entre columnas y páginas. Por ello, por si no se alcanza a leer lo que dice el epitafio sepulcral, lo copio textualmente: “Durante su vida sirvió a la República. Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Ministro del Interior y del Exterior. Director de Instrucción Pública. Director de la Academia de San Carlos. Fundó el Conservatorio Nacional de Música, la Escuela de Agricultura y la de Sordomudos. Presidió la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística” ¿Quién fue él? El Lic. Urbano Fonseca, “Político Humanista, Constructor de Nacionalidad”. Hasta la nacionalidad le debemos…

En el ‘in memoriam’ una fecha: agosto 1871. Ya es cosa tuya averiguar por cual etapa atravesaba el país en ese entonces, pero yo creo que Don Urbano era uno de esos horribles ‘conservadores’. Sí, de esos capaces de saber desde Leyes hasta agricultura, sordomudez, artes plásticas, música, relaciones exteriores y de las otras, geografía y estadística etc., etc., a fin de ¡conservarse! en la nómina pública porque no parecía ser fácil liberarse de su adicción en aquel entonces. Lo bueno es que todo ha cambiado y ya no priva el apotegma de que “la amistad se demuestra en la nómina”. Si ‘mequivoco’ corrígeme…

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1 comentario en «Adicto de carrera»

  1. En aquellos ayeres no ha de haber sido tan difícil ser todólogo, hoy con trabajos hace uno una sola cosa y no tan bien, lo digo como dentista, ya no hablamos de sueldos, que también están medianos o más bien bajos, en general. Lo que si va progresando y con muchos pesos encima (hasta muertitos al por mayor y no por el bien de la patria), es la clase social política que cada día recibe más y trabaja menos y mucho menos para el pueblo. Así vamos ¿progresando?

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