Por Alvargonzález; 10 de febrero del 2003
Todo buen filólogo posee el derecho fundamental de tener lo que podríamos llamarle tú y yo ‘palabras favoritas’. En mi caso –¿no te había dicho que pretendo ser filólogo?–, encuentro fascinante por concisa, contundente y plena de significados esa palabra tan nórdica que encabeza las líneas a las que amablemente les clavas la pupila. En mi caso –¿no te había dicho tampoco?– tengo la honra de haber sido expulsado del que supuestamente es el mejor club de la ciudad. O sea que del asunto sé algo, vivencial y filológicamente.
Ahora mismo podría echarme a divagar por senderos insospechados para tratar de alcanzar contigo el origen del conciso término. Mas por razones idénticas, la concisión de mi pincelada en el Mural, no puedo hacerlo. Así que simplemente te invito a que al pronunciarla adviertas la rotundez que posee. Club. Es fuerte, golpeante, maciza, compacta. ¿No te suena así?
En principio hace alusión a un espacio aislado. ¿Has visto alguna vez letreros que dicen “nos reservamos el derecho de admisión”? Eso es: al club no pueden ingresar sino aquellos que reúnen ciertas características; aquellos que se apegan a la normatividad del mismo. Cómo recuerdo aquella membresía que me endilgaron a un ‘quesque’ club que cuando fui a conocer las instalaciones estaba allí de pinta toda la ‘prepapopular’ y con camiones secuestrados ex profeso. ¿Volví? Te lo cuento porque la anécdota implica otra de las características de esos sitios: la membresía excluye una política de puertas abiertas. Para serlo, el club debe poseer ciertos principios excluyentes y de territorialidad reservada.
Me y te dirás ¿y eso a qué viene? Un poquitín a destiempo te muestro un recinto hermético y que por normatividad no debe tener ventanas. ¿Las ves allí marcadas y taponadas? Si tomamos tú y yo convencionalmente la palabra ‘club’ y le damos un sentido más amplio, significando un grupo humano o gremio con intenciones y objetivos similares, entonces lo que te muestro hoy es el recinto de uno de ellos al cual sólo pueden ingresar sus muy selectos miembros. ¿‘Tutilimundi’? Qué va: sólo aquellos que reúnen ciertas características de afiliación y afinidad. Y el edificio cobra relevancia porque en su interior están escritos reverentemente los nombres de aquellos miembros que por Jalisco participaron en la hechura de la Constitución del 17; la del 5 de febrero.
Y eso lo significativo: nomás los de ese club, decidieron por todos, lo conveniente para constitucionalizar al país. ¿Y los demás? ¿Y las demás formas de pensar distintas a las de los miembros del selecto club? ¿No tenían nada qué aportar? Bien o mal, dímelo tú, los del club Constituyente ¡se reservaron el derecho de admisión! ¿A qué club perteneces?
Vivo cerca del Country Club de Guadalajara. Resulta que en los últimos 10 años, les quitaron su privacidad, al menos a la vista de su extenso jardín e instalaciones hípicas y demás, por enormes cantidades de ojos a través de cientos de cristales alrededor apiladas en torres de «depas», cuya máxima explotación comercial es la vista.
Así que, hasta el tren ligero que corre hoy por uno de sus costados ofrece la esmeralda que tiene el Country Club en su interior. Por cierto en este club no es el $ el que abre la puerta, sino el prestigio que a decir de su «cultura» se tenga.
El club del Vallero me atrapa y no me deja salir, y no quiero salir, sino aprovechar esta ventana para ventilar mis letras exhortando a los que pasen por este valle de la filología y el verbotráfico, los exhorto a que dejen constancia de su paso por aquí, pues ¿cómo vamos a saber quién allá?
mas que comentario es mera observacion sobre el articulo este publicado y dispenses la falta de rayitas sobre las letras pero es cuestion de tiempo (todo hoy es cuestion de tiempo, mañana quien sabe?) asi que si hablamos del «club» es porque es un solo edificio, ese «club» tiene mas edificios que aunque poco mas que discretos no tienen la caracteristica de excluir sino mas bien de adjuntar ideas que lleven a la reflexion… te invito a que sigas buscando, no te dejes llevar por las casas bonitas donde se reservan el derecho… de que? de pensar solo ellos? no, los constructores somos todos, alla tú si te das la chance y buscas donde hay porque sino pos no hayas.