Por Alvargonzález; 11 de febrero del 2004
Estoy seguro que eso de ‘Las E…’ del título enunciante de nuestro encuentro aquí hoy, te intriga. Y estoy seguro también de que el tamaño de la foto hace ilegible el pie que le acompaña y que no permite dudar acerca del edificio retratado. Pero vamos por partes, y así en principio creo debo decirte el origen de la imagen.
Llegó hasta mi proveeduría de tinta seca –a ese nuestro Laberinto librario de L. Cotilla y Camarena–, una vieja colección de revistas. Tinta que fue novedosa hace 81 años (1923) y en donde aparece la modernidad de época de una Guadalajara a punto ahora de cumplir 462 años de estar donde está. Entre las páginas que dan muestra de la pujanza urbana al tiempo aquel, la fotografía que hoy comparto mínimamente contigo y que muestra un fastuoso edificio que es presentado sobre el título misterioso que enuncio desde el principio. ¿Lo identificas? O mejor dicho ¿te tocó verlo? Tuvo, como los ojos de la canción yucateca, su raro encanto, pero ni ello le salvó de la modernidad ochentera y reconstructiva.
Las dimensiones de la imagen permiten advertir, con todo y tu buena voluntad, que el sitio donde se encontraba no era una zona de gran flujo urbano. Y cómo iba a serlo si estaba prácticamente extramuros de la ciudad, en los terrenos que le fueron cercenados hacia el poniente a la Prisión de Escobedo; la fachada que se muestra daba sobre una calle que se denominó inicialmente Tolsa (mira que no le he puesto acento, porque así y no Tolsá le decían), y por el sombraje que muestra el edificio, es lógico deducir que la foto fue tomada poco después del mediodía y entre diciembre y enero (las sombras hablan asombrosamente…). Lo que también es deducible de la imagen es que a esa hora de la siesta no pasaban por allí ni transeúntes ni vehículos. A su vez, y sacando cuentas, las crónicas urbanas permiten afirmar que apenas tenía unos cinco o seis años de haber sido inaugurada esa obra hija de la Rev., dado que la idea original de la edificación fue del infortunado Manuel M. Diéguez cuando fue gobernador del Estado y los vientos políticos le favorecían antes de que se le cambiaran y lo pusieran de espaldas al paredón de fusilamiento. La obra se realizó entre 1914 y 1917. Pero ¿qué dicen las letritas al pie de la foto?
Simplemente “Las Escuelas Constitución”, y así en plural porque así se llamó ese que inicialmente fue conjunto escolar de tamaño monumental. Enorme para una Guadalajara a la que le faltaban unas décadas aún para ‘monstrificarse’; para cambiar más en 40 años que en cuatro siglos precedentes. Las tales “escuelas” con su constitutivo nombre debieron dejar espacio a… ¡Asómate, allí en la esquina de la que fuera Tolsa y Juárez, está lo que está! Anda y mira.
La última escuela fue la de música de la U de G, anteriormente estuvo la facultad de leyes.
Saludos, Oscar. Gracias por tu comentario.