Y Luego…
Por Alvargonzález; 17 de agosto de 1996
Por dos circunstancias muy diferentes, en menos de un mes fui a dar a dos Huitzilas muy distintos. Uno de ellos en Zacatecas, mezcalera y mínima población, y el otro en el mero centro de este tan amnésico y concentrado país en donde los toponímicos se repiten. ¿Nunca has estado en Huitzila? Si te gusta el mezcal rasposo y tumbamachos, ándale hacia el viento de Zacatecas; y si te gusta la Historia con su mareante crudeza, enfila hacia la Mesa Central y busca Huitzila o Huitzilán, que lo mismo son: Lugar de Colibríes.
Existen dos áreas de las matemáticas que se denominan respectivamente “Teoría del Caos” y “Teoría de la Complejidad”; la primera describe cómo sistemas complejos pueden resultar caóticos si se produce un pequeño cambio en el punto de partida, como podría ser el caso de la dinamización de los manantiales del Alto Lerma en una área mínima, lo que se convirtió en la mutación de todo un sistema hidrológico en cinco Estados. La segunda formula matemáticamente el hecho de que la congregación de muchos elementos simples deriva en diferentes formas complejas. Tienes por ejemplo el caso de gotas de agua que siendo idénticas, pero obedeciendo simples leyes naturales, pueden convertirse en nubes, nieve, granizo o tromba. Todo eso, me dirás, te tiene muy sin cuidado igual que el hecho que haya ido a Huitzila.
El asunto asume cierta relevancia si me ayudas a averiguar por qué somos tan parecidos tú y yo y al mismo tiempo tan diferentes. De acuerdo a esas teorías matemáticas tu desarrollo y el mío están sustentados en los mismos componentes básicos, pero combinados en forma distinta. Te aseguro que igual que tú, odio lo obvio, mas esa obviedad resulta indispensable; los componentes químicos de tu piel y la mía son idénticos, y también de todo lo que se encuentra envuelto por ella dentro de ti o de mí, ¡pero esos componentes están puestos en forma distinta! Y ese acomodo o combinación está determinado por una compleja red de influencias aparentemente irrelevantes. ¿Sabías que en tu forma de ser influyen los hábitos alimenticios de tus abuelos, que a su vez tuvo mucho que ver con el acomodo del material genético en tu padre? La cosa es tan sencilla que en lo particular –y en lo colectivo–, transitamos entre ¡la complejidad y el caos!
Más allá de obviedades y de hipótesis matemáticas, un hecho que para mi ser personal resulta relevante: vengo de la confluencia de las calles de Pino Suárez y República del Salvador. Yo vengo de allí, donde oculto y discreto hay un letrero que señala aquello que ocurrió un noviembre del 519. Yo no sé de dónde provengas tú con tu propia combinación de si-si-si-sis condicionantes e innegables y ahora mismo podríamos seguir conversando de lo que se denomina “Dinámica no Lineal”, para expresar en forma confusa lo bien simple: somos el resultado de una serie de condicionantes que se expresan en “si esto pasó”, luego todo lo demás. Si tus padres, si tu abuelo, si, si, si, si. Lo formidable de esa “Dinámica no Lineal”, es que trata de averiguar –matemáticamente– por qué en no pocas ocasiones los efectos parecen superar el total de la suma individual de las causas como en una avalancha de influencias reverberantes.
Lo que ocurrió en Huitzila (o Huitzilán) pudo haber desembocado en otra cosa totalmente distinta de lo que somos tú y yo; o más bien yo, pues no tengo derecho a hablar mucho por ti o de ti. Hasta ese punto, ahora tragado por la indiferencia de una monstrua capitalina, acudió Moctezuma a recibir a Cortés, y en ese punto preciso de la geografía nacional, comenzó un proceso de mezclaje del cual me confieso derivado o subproducto genérico. Desafortunadamente todo mezclaje implica cierta dosis de energía o de violencia y mejor por el momento no hablemos de actos amatorios o cosas parecidas ¿Mezclaje?
Fíjate, hay regiones en donde es cuestión de vida o muerte el pronóstico del tiempo. Ahora las cosas se han simplificado muchísimo con los satélites y el hertzio, pero antes la cuestión era prácticamente adivinanza con más o menos fundamento. Así cuentan que el Padre Severo Díaz percibió que si por telégrafo se enteraba de cómo andaban las cosas en el norte, podía decir lo que ocurriría en la zona poco después; intuyó lo que ahora es certeza; que el comportamiento climático obedece a sistemas interrelacionados; no puede cambiar una pieza porque el sistema total se modifica. A eso también se enfoca la Dinámica no Lineal con su mezcla de efectos cuya resultante en ocasiones pareciera superar la dosis aplicada en la fabricación. ¿Tendrá algo que ver con la Historia? Mezcla de efectos…
No he dicho que el encuentro entre Moctezuma y Cortés haya sido afortunado. Lo que es indudable es que se dio, y que a partir de ese hecho se va a comenzar a desencadenar una reacción histórica a la cual pocos somos ajenos en este México de hoyendía; a la cual no deberíamos ser ajenos.
En ese lugar se encuentra la iglesia de la Inmaculada Concepción, misma que en 1521 mandó edificar Cortés, y que se conoce también como la Iglesia de Jesús Nazareno. Creo que no hay otra en todo el continente en cuya torre, en lugar de la cruz como remate, tiene la imagen de un soldado; hombre de espada, al fin, y de paz; al cabo, sin lugar a dudas Cortés quiso significar con ello su esfuerzo conquistante. Adjunta a la iglesia, el primer hospital de este continente tan americano. ¡De todo el continente! Y por favor no me digas que la ciencia médica Azteca era de tal calidad como todo ese Imperio tan envuelto en la magnificación y en el sollozo de su caída. Si un día viajas a la monstrua, asómate a la fuente frente a la Suprema Corte y lee lo que dice el monumento conmemorativo de la fundación de Tenochtitlán: “año 6 casa, 1325… llegaron los aztecas chichimecas…”. O sea que cuando Cortés llega iban a ajustar apenas 200 años de radicar allí, y los Aztecas lucharon macana en mano para asentarse en el lugar prometido por sus dioses, pues parece que los habitantes aboriginales no les vieron con buenos ojos ni les hizo gracia el divino peregrinaje nahuatlaca. Buenos los primeros que llegaron; malos los segundos. Fácil.
Algún día asómate a ese Hospital de Jesús con sus casi 500 años de funcionamiento ininterrumpido, y si tienes tiempo ve a la iglesia y junto al altar encontrarás el nicho donde reposa la osamenta de Cortés. Reclámale con Dinámica Lineal todos los males que nos ocasionó; incluso el haber convertido el aztequismo en un negocio enorme, o en una lamentación inacabable; si la selección azteca hubiera vencido al conjunto visitante y luego de la presentación de los capitanes de ambos equipos allí en Huitzila… Te digo, la complejidad de nuestro ser la hemos resuelto por la vía caótica. ¿Por qué?
Creo que en alguna ocasión te conté que tengo un nietijo. Por su edad y la mía podría ser nieto; por cosas que no importa lo hice en directo y jugando al ráscale genético. Con sus dos novedosos años me interesa que vaya aprendiendo a pensar, y así lo’trodía le compré un rompecabezas, sencillo pero retante a que lo arme. Creo que sería un imbécil, yo, si le quitara alguna pieza y le exigiera que lo armara. ¿Por qué tenemos casi dos siglos de vida independiente –dos siglos duró también el Imperio Azteca– tratando de armar nuestro rompecabezas nacional quitándole piezas? Claro que hay razones, pero esas algún otro día las podríamos conversar.
Oye, por cierto, ni Moctezuma ni Cuauhtémoc conocieron la cerveza. ¿Te acuerdas que hablábamos de la Teoría de la Complejidad? Como que queremos ser sin querer ser. ¿No te da la impresión? ¿Sólo aztecas somos? ¿Cómo te apellidas?