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Claves

Y Luego…

Por Alvargonzález; 7 de diciembre de 1996

A veces creo que debo consultar a un remendador de almas, especialista en ‘psije’ o psicologías, porque tengo un problema recurrente: no sé dónde dejo las llaves. Una y otra vez, lo cual me parece simbólico debido a que las tales llaves no son otra cosa sino claves. Si observas de perfil una llave, los dientes son la clave que descifra la interioridad oscura de la cerradura; el misterioso cerraje interno. Y se me ocurre que los seres humanos vivimos buscando las claves –llaves– para abrir el futuro con más o menos armonía. Fíjate: en claves de Sol y Fa se toca el piano, una para cada mano. Claves, claves y más claves. ¿Cuál es la tuya? Con decirte que hoy en día, los ladrones de corbata a lúltima moda, roban claves computacionales, y con ellas muchísimo; ellos saben manejar llaves de acceso a archivos y a fondos ajenos.

Dicen los que saben hablar inglés y han ido a Inglaterra, que es un mito el que allá se habla “inglés británico”. La mayoría habla ‘cockney’. ¿‘What’? Sucede que cuando llegas allá percibes que el lenguaje es la actividad más democrática que existe, y que entre menos esfuerzo hagamos para darnos a entender, ¡pos mejor! El ‘cockney’, entre otras cosas, resulta ser la ley lingüística del menor esfuerzo.

Al principio resulta difícil entenderlo –pasumecha–, pero ya después… pos también.

Si vas a Inglaterra sabiendo hablar inglés, poco vas a entender, y si sabes conducir un carro, también te encontrarás con un trastorno: tendrás que acostumbrarte a conducir por la izquierda y por una poderosa razón. ¿Te la cuento? Sucede que a un zurdo y corso, de nombre Napoleón, se le ocurrió contravenir por razones bélicas y estratégicas una norma internacional y románica. Durante milenios y por razones hípicas o caballeras, en las vías públicas se había circulado precisamente ¡por la izquierda! Pregúntale a cualquier charro con cuál mano se llevan las riendas, y había una diestra razón en ello: la espada debía ser manejada con destreza. Pegados al flanco izquierdo del camino, el flanco derecho o defensivo quedaba presto. Ojo: el que cambió la norma fue precisamente un zurdo, o siniestro. ¿No fue calificado de eso, incluso por el cura Hidalgo, Napoleón? Acuérdate que lo de “siniestro” asumió un tinte funesto y diabólico por razones bíblicas: “Venid benditos… a la derecha del trono”, dice más o menos así la cita respecto al juicio final, y aquella oración que habla de la muerte de Jesucristo: “…y murió y subió al cielo y está sentado a la derecha del señor…”. Y luego, dicen los que saben, después de la falluca Revolución Francesa –tan falluca que decapitó reyes y entronizó al Corso Emperador–, cuando las Cortes Republicanas, a la derecha del presidente la aristocracia, y a la izquierda los plebeyos.

Diestra y siniestra, son latinajos para señalar la derechez o la zurdez. Los ingleses, derrotadores de Napoleón, se negaron a seguir su norma que prevaleció en todo el mundo (salvo Australia, la India y Japón).

Pero ¿quién nos podrá dar las claves para descifrar a la suavepatria actual? Por favor no me salgas con el consabido “está en chino”. Mira, andando el siglo XVII, el jesuita Mateo Ricci, con asombrosa capacidad, en tres años aprendió chino –el llamado “mandarín” por los portugueses–, y fue el primer europeo renacentista que entró en el domicilio del Emperador, en la Ciudad Sagrada, y luego contó al mundo quesque occidental las claves de ese universo chinesco y advirtió lo que en el futuro sería; tal cual, hoy en día los 1,300 millones de chinos que son precisamente ¡la clave del mercado mundial! Con decirte que si aprendes chino, ¿sabes español?, con esos dos idiomas manejarías las claves idiomáticas de casi dos terceras partes de la humanidad.

Llaves, claves. A fin de cuentas eso es el idioma: una llave llena de claves. ¿Tú no pierdes tus llaves con frecuencia? Si se nos pierde la llave del idioma, si se nos sigue devaluando, con ello habremos perdido la posibilidad de abrir el futuro. El idioma, actividad esencialmente democrática y recreado por la boca tuya y mía; la boca popular y sin obedecer decretos. Al nuestro dile español o castellano, lo mismo da, pero tiene que servir para entendernos, porque de lo contrario –si no nos ajusta la lengua–, otras claves abrirán estruendosamente el portón del futuro. Pue que sí sea necesario el amantazgo –filología– con la lengua. ¿No crees?

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2 comentarios en «Claves»

  1. Excelente publicación. Hoy más actual y necesario encontrar nuestras llaves perdidas en la obscura historia que conocemos, o nos permiten conocer.

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