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¿Doctos?

Y Luego…

Por Alvargonzález; 15 de febrero de 1997

Se supone que los “doctores” son ante todo “doctos”, o sea, individuos que han sido sujetos de docencia y que han aprendido mucho. ¿De qué? Antes, te aclaro que me refiero a los doctores por antonomasia y estetoscopio, no a los que a últimas fechas han surgido académicamente de toda laya o especie a fin de complicar más las cosas. Pero te decía, se supone que son doctos, lo cual es una linda hipótesis. En lo per­sonal, desconfío profundamente de aquellos doctores cuyos temas únicos de conversa son técnicas operatorias, automóviles, viajes (tal cual) y pata­bola.

Tuve la suerte de conocerlo muy de pasada y muy a destiempo. Español de nacimiento se radicó en Estados Uni­dos en donde fundó una maravillosa revista –espléndida en sus tiempos como director– que tenía como intención fundamental abrir a otros campos del conocimiento la a veces muy ce­rrada mente médica. Era don Félix Martí un espléndido escritor y conver­sador, quien resumía su vocación en un simple “ver y contar”; vio mucho mundo con sus ojos de historiador clínico (tal cual) y las páginas de su revis­ta fueron un prodigioso instrumento contador no sólo del dolor humano –que es el origen y justificación de la vocación médica–, sino del enorme pla­cer que causa el saber; no sólo se ocu­paba de casos clínicos, sino de mostrar asimismo al mundo como invitación a conocerlo.

Pero don Félix y su revista aparte, las publicaciones médicas tienen por lo general textura pancreática. Se dedi­can casi exclusivamente a hablar de nuevos malestares y sus posibles curas, o de viejos padecimientos con solucio­nes químicas o quirúrgicas novedosas. Y para no salirse del encasillamiento atávico, son más creíbles las escritas en inglés que las que se publican en nuestra llana lengua; adorna más en el escritorio del consultado doctor, una que se llama The Lancet, que cualquie­ra que se llamara en estas tierras La Lanceta (y The Lancet, con su arcaico y britón nombre hace alusión a los ins­trumentos de sangrado que usaban los barberos en tiemposidos). O ¿cómo te suena British Medical Journal? Suena serio el nombre de la publicación ¿no te parece?

Quizá para compensar el tono bi­lioso de sus páginas durante el año, cada diciembre el tal British Medical Journal publica una serie de descubrimientos pasmosos que algo tienen que ver con la medicina y no poco también con los hipotéticamente doctos doctores. Recuerdo que en el número decembrino del 95, publicaron los resultados de una investigación realizada en hospitales británicos, misma que permitió detectar que entre menos jerarquía profesional, o capacidad, las batas de los médicos tenían en sus bolsas más tiliches. Los doctores más aptos traían menos plumas, libretas y botarates en sus batas hospitalarias. ¿Crees que los resultados de la investigación se apliquen sólo al territorio de la horrísona Isabel?

Al finalizar el 96, la revista volvió a repetir la dosis y publicó, entre otras cosas, un estudio hecho en Ámsterdam (de nuevo te repito que nuestro complejo de inferioridad se manifiesta en que creemos lo que los nórdicos hacen, y no en lo que averiguamos los del trópico, pero esa es enfermedad aparte ¿incurable?). Pues sucede que unos doctos en Holanda afirman que aparte de las sustancias que contengan las píldoras hay otro elemento curativo: ¡el color! Las pastillas en tonos rojo, amarillo y naranja, son asociadas mentalmente con productos estimulantes; en cambio las teñidas de azul o de verde, se les considera sedantes. ¿Cómo lo averiguaron? A un grupo de estudiantes de la facultad de medicina les dieron píldoras inocuas, diciéndoles a unos que eran sedantes, y a otros, que se trataba de estimulantes, siendo que la única diferencia de los placebos –pastillas de mentirijillas–, era el color. Al pedir que describieran los efectos luego de tomarlas, quedó de manifiesto que los seres humanos reaccionamos también por el estímulo visual del supuesto medicamento.

¿Todos los médicos escriben en sánscrito y los únicos que entienden las recetas son los farmacéuticos? Falso, según la publicación. Poniendo a escribir rápidamente a un grupo de médicos, a otros profesionistas y aun ejecutivos, se llegó a la conclusión de que igual de mal escriben todos y son los galenos los que han cargado con el san Benito de la malaletra. Incluso hay ejecutivos que tienen mucho peor letra que los médicos, y lo que sí resulta notable es que las mujeres tienen mejor escritura que los hombres profesionistas.

Más acusaciones contra el humo que medio se tragan y medio echamos los fumadores. La novedosa acusación estadística es que el humeante vicio causa encanecimiento prematuro y propicia la calvicie. “…Tienen la costumbre de comerse el humo –decía textualmente una de las primeras crónicas españolas referentes a Los Caribes–, luego de formar unos tubos…” y es llamado así tal vez por eso de los tubos o tubaco: tabaco. Ahora creo entender por qué soy tan canoso, ¿prematuro? Ya a mis cincuenta cumplidos le quito el “pre” y no sé qué tan maduro esté…

Entre más avanza la ciencia médica, más se las ingenia madre natura para derrotarla. Sucede que un individuo en Belfast se ofreció a los preparativos de una fiesta infantil. Quizá porque no advirtieron más habilidades en él, lo comisionaron para soplar. Dos días después de haber inflado los globos, fue a dar al hospital con un “¡me duele!” de pe a pa y pasando por pi. ¿Diagnóstico? Que el esfuerzo globero le había dañado los alveolos y el aire se le fue por dentro hacia partes insospechadas y gluteicas. Sí, se llenó de burbujitas de aire, y no me entretengo mayormente con el tratamiento curativo; en todo caso esa es la parte técnica de la publicación.

Sorprendente el descubrimiento que hicieron los de Estocolmo, luego de revisar los expedientes de 15,000 gentes fallecidas entre los 16 y los 74 años. Sucede que aquellos que tenían por costumbre asistir a eventos culturales –conciertos, teatro, etc.– y a servicios religiosos, resultaron más longevos que quienes no. Te lo paso al costo y si tienes alguna duda comunícate con el Dr. Sven-Erik Johansson, del Buró Central de Estadísticas en Suecia.

Táte bien, y luego te busco.

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4 comentarios en «¿Doctos?»

  1. gloriaromero999@hotmail.

    Estudié odontología y apenas empezaba el Internet.
    Era otro tiempo cuando uno tenía que estudiar cosas complicadas como anatomía, inmunología, bioquímica, etc., que era cuando los libros tenían dibujos y el resto casi que de memoria machete se aprendía uno, porque NO HABÍA DE OTRA, entonces hacíamos «apuntes» a la carrera con letra como más rápido podíamos. Eso daba lugar a acostumbrarse a escribir rápido y de ahí la fama. Pero ahora ya no existe ese problema porque los doctores ya casi ni escriben de puño y letra, las recetas son «por computadora «, y disponen de mucho más tiempo para que la computadora les diga lo que le han de recetar al paciente.

  2. gloriaromero999@hotmail.

    PERO SIGUE, no le aunque, desde la zona del silencio, media hora cada sábado a las 7 am por radio Universidad 104.3 FM

    PALABRA QUE SI

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