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Pascualero

Y Luego…

Por Alvargonzález; 29 de marzo de 1997

¿Me das tono? Esa expresión se ha convertido en algo normal en los faxe­antes tiempos que vivimos. ¿Nos pone­mos a tono? Esto es, creo que mi memorable maistro Valenzuela no me perdonaría si se enterara de que soy incapaz de afinarme a la tonalidad de los días corrientes. Él, Valenzuela, que dedicó buenas horas de su maestranza a enseñarnos eso: Tonos Oratorios, enigmático nombre de una formidable ma­teria llena de sentido común, pues bien miradas las cosas, los seres parlantes vivimos haciendo oraciones: sujeto, verbo y complemento, para comuni­carnos con los semejantes. Y esas, repito, oraciones, sin lugar a duda deben estar entonadas con la circunstancia. ¿Resultan esenciales las entonaciones? Dímelo tú…

Trato de entonarme, y de tanto tra­tar a veces me sale. Es el caso de hoy, al ensayar el que llamo Tono Pascual.

Me parece que en principio es una cuestión ‘epáctica’; sí, tal cual, y que tiene que ver con la llamada “epacta”, que no es otra cosa que la diferencia entre el calendario solar y el lunar; el cálculo de días excedentes en el solar, luego de contar doce lunaciones. Así de fácil o de complicado, como pueda resultar verificar el enorme significado que para nuestros ancestros tuvo la luna con sus ciclos. La luna, hacedora de lunáticos; afectante de embarazos y marcadora con eso: lunares; ella, con sus femeninos meses, o dicho en latín, menstrua. Tal cual. ¿Calendario lunar? Aun hoyendía el mundo musulmán (la tercera parte de la humanidad), se rige por él.

La muy ‘epáctica’ cuestión nos lleva de la mano a la Pascua; al tono pascual que pretendo asumir hoy y por los días que corren. Para los hebreos, la festivi­dad más solemne de la religión judía, tiene lugar precisamente acompasada a la mitad de la luna de marzo y con­memora la salida del pueblo de Israel luego del cautiverio en Egipto. ¿Te acuerdas del cordero pascual? Para los católicos, la fiesta solemne de la Resurrección, tiene lugar el domingo si­guiente al plenilunio –luna llena–, sí, al plenilunio posterior al 20 de marzo. Por lo tanto oscila entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Todo por razones lunares…

¡Pascua florida! Ese nombre me gusta porque en forma compacta –muy compacta– encierra toda una amalgama de sentimientos que van del misterio mágico al misterio religioso. A ver si no me salgo de tono tratando de establecer un orden, y más o menos cronológico.

Ya está aquí; es el cuarto mes del calendario solar, y con su perdurado nombre románico: Abril. ¿A qué te suena? Sí, a apertura, y no se requiere sino oír la consonancia entre “abrir” y el nombre del mes. ¿Abrir qué? Luego de la arribazón del ‘primo veral’ –equinoccio–, comenzaban las faenas de cultivo, agrícolas, después del invierno europeo; abrir también las campañas militares que expandían el imperio más notable que ha conocido la humanidad. Abril, primavera y fecundidad; el apareamiento animal promisorio del engrandecimiento de los hatos, equivalente a la riqueza pecuaria. Eso es: fecundidad, simbolizada aún en los pueblos nórdicos por una coneja (¿puede haber mejor símbolo reproductivo?) que deposita en lugares insospechados, huevos de chocolate. Los países del invierno largo, disfrutan en abril el revestimiento floral de sus tierras blanqueadas durante meses por los nevazos.

Rito milenario de fecunda resurrección, simbolizado por la florida madre tierra.

La palabra “Pascua” es hebrea –‘pésaj’ o ‘pesa’–, y tiene un significado hermoso y memorable: transito. Quizá dicho así no te suene mayormente poético –somos transitorios o transistores (sic)–, pero si le damos un pequeño ajuste, tal vez sí: somos peregrinos. Para el pueblo de Israel, y luego de que se marcaran las puertas de las casas de los Judíos en Egipto, con la sangre del cordero pascual para evitar que el ángel exterminara allí a los primogénitos; luego de ello, el peregrinar en busca de la Tierra Prometida. En cierta forma peregrinamos en el tiempo en busca de la escurridiza y nunca absoluta felicidad. Transitamos rumbo al misterio. ¿Qué sigue luego del tiempo?

Malonda aquel malchiste que leí en una barda europea: “lo único que les debemos a los judíos, son las vacaciones de Semana Santa”. Malonda, porque incluso la ortodoxia católica exoneró a los judíos, después de muchos siglos, por la muerte de Cristo. Pero en todo caso el cristianismo tomó en préstamo la palabra Pascua y le dio otro significado al adjuntarle el término Resurrección. ¿Resucitar?

No sé si hayas advertido que en esas festividades entre lunares y solares, que desde hace milenios se realizan entre marzo y abril, hay una consonancia; un tono definido. Son cultos de vidimuerte; o de encontrarle sentido a la vida, que invariablemente está destinada al punto final.

Cultos de fertilidad románicos, derivados a su vez de ‘mitridíacos’ cultos solares, que derivaron en la denominación del mes de la obertura o apertura: abril. Fertilidad, perpetuación, resurrección cíclica. El rito pascual hebreo, igual: preservación de un pueblo y luego del exterminio de los primogénitos ajenos para impedir la transmisión de la estirpe de los no creyentes. Y el mundo cristiano con la promesa de resurrección, encantadora esperanza…

Durante la última zacapela monumental y europea, las tropas inglesas cantaban una tonadilla que decía aquello del “we’ll meet again…”, o del nos volveremos a encontrar, no sé dónde y no sé cuándo… que es un poco el equivalente a la resurrección como esperanza póstuma. ¿Nos volveremos a encontrar? Buena pregunta, pero pienso que de una forma o de otra somos creyentes en eso: en la Resurrección, con mayúsculas y con minúsculas.

Diario, mientras vivimos, resurgimos a la cotidianeidad. A diario debemos resucitar la esperanza, con o sin ayuda. ¿Alguna vez habías pensado que la política no es sino el arte de resucitar la esperanza colectiva, que en ocasiones da la impresión maloliente de ser Lázaro en su tumba? ¿Tú no crees que esta tierra planetaria, tan enfermilla, pueda resucitar y mejorarse? Creo que si algo hacemos para propiciar el milagro de la resurrección terrestre, sí.

Espero que tu pascua sea buena, y que estés a tono con ella. Táte bien y luego te busco.

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1 comentario en «Pascualero»

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