Apetito

Por Alvargonzález; 27 de noviembre del 2002

Lo veo -¿lo ves?-, y siento entre ‘repeluz’ y admiración. De tan fea resulta grata esa paradoja canina -‘feabonita’- ‘aboriginal’ de estas tierras. ¿Se te antoja acariciarlo o darle una mordida? Ca’quien sus respetables gustos.

¿Te acuerdas cuando el mundial, el muy coreado descubrimiento que hicieron los voceadores de noticias? Sí, eso de que en Corea a los perros les clavan el diente y luego de sazonarlos bien. Pero ¿no te acuerdas de las crónicas del siglo 16 que narran que el xoloixcuintle era muy favorecido en la cocina regional prehispánica? ¿Cómo te gustaría más el de la foto: al horno o acariciarlo adormilado sesteando su vida de perro?

Dietas, apetitos y los medios… Imperceptible y gradualmente, los medios de comunicación dedican gran cantidad de tiempo-espacio creciente a recomendar formas y fórmulas de mal o ‘bienllenar’ los nueve metros de tripaje -¡oh miseria humana!-, que en promedio encierra un cuerpo adulto (de pe a pá…). Publicidad y recomendaciones en programas de toda laya e índole para comer aquello o dejarlo de hacer. Remedios y medicamentos para completar o compensar la dieta cotidiana y advertencias: “come frutas y verduras”. Los medios se han convertido en guía del apetito colectivo con términos que repiten ‘ad nauseam’: vitaminas, minerales, proteínas, carbohidratos, calorías…

Perros apetecibles o comestibles aparte, en la antevíspera de que se inicie la gran ferial ibrera aprovecho el asunto de dietas y preferencias nutritivas para preguntarme con tu complicidad algo que me intriga: si los medios de comunicación y la publicidad son detonadores de apetitos diversos (“compra, ten, usa, ven, mira, goza, úntate, utiliza…”) ¿por qué se niegan a despertar, a fomentar y a repletar ese apetito fundamental del ser humano de aprender y saber? ¿Por qué esa negación de entregar al consumidor de los medios -a ti y a mí-, más sustancia nutritiva a la sesera? Igual que se habla de ‘comida chatarra’, ¿no te da la impresión de que prevalece el ‘hertzio chatarra’? ¿Por qué no utilizar una porción adecuada de hertzio para enseñar a vitaminar y nutrir la escuálida masa encefálica nacional? Para enseñarnos, tal cual, a leer.

Mirando al sesteante xoloixcuintle se me ocurrió pensar que si mañana los voceadores de las antenas nacionales anunciaran que ‘cientificosnorteamericanos’ han descubierto que la carne de perro cura la impotencia ¡disminuiría considerablemente la población canina en la ciudad! Los medios se han convertido, creo, en la directriz fundamental del apetito colectivo. En más de un sentido.