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Biodegradables 3 (La Mezquitera)

Por Alvargonzález; 30 de octubre del 2002

El trabajo de los augures, en tiempos de la Roma Imperial, no era fácil pues consistía precisamente en eso: en hacer augurios; descifrar el inquietante ‘¿qué sigue?’ y para ello se valían de elementos como la contemplación estelar, el vuelo de las aves y la revisión de las vísceras de las mismas. O sea, métodos tan precisos como las actuales computadoras que tratan de hacer lo mismo con casi idénticos resultados. ¿Qué sigue? Siempre lo in-cierto…

Y si te cuento de los tales augures es porque las llamadas ‘ceremonias in-augurales’ son precisamente reminiscencia de aquello y porque se supone que todo debe comenzar bajo los mejores augurios. Y todo, incluso los panteones, cuentan asimismo con clientela inaugural y es el caso preciso del de Mezquitán (‘lugar de mezquites’ o mezquitera).

Creo que es más leyenda urbana que realidad histórica aquello de que el primero que llegara -más bien, que lo llevaran-, recibiría tierra gratis; propiedad ‘a perpetuidad’ y gratuita. Y que el primero que fue llevado y cuya carroza fúnebre ganó gracias a la pericia del cochero que superó a otro cortejo que se dirigía hacía allá, fue Hans, el joven propietario de la Botica Alemana que fue asesinado en Ajijic. Pobre Hans con sus apenas 35 años y desde Rostock, Alemania, venir acá a ganar un fúnebre torneo…

El Panteón Civil de Mezquitán fue ubicado en tierras de la comunidad indígena y muy retirado de la ciudad; andando el tiempo, Guadalajara lo engolfó pero el proceso tomó décadas. Te repito lo dicho ya en ocasión anterior: una de las características de las necrópolis, ciudades mortuorias, es precisamente el colocarlas lejos y discrecionalmente. Que lo lejos se haga luego, cerca, es otro asunto relacionado con el urbanismo creciente. Si lees las inscripciones retratadas, verás que hay una concordancia de fechas: entre la inaugural y la de Hans inaugurando solito él un enorme espacio despoblado: “¡Dios mío, qué solos se quedan los muertos!…” diría el poeta.

El día de los Fieles Difuntos, dos de noviembre de 1896, abrió sus canceles el novedoso cementerio según se lee en la cantera ¡in-augural!; “…gest. d. 31 October 1896…”, dice la lápida. Dos días antes, en Ajijic el ladrón asesino (te digo, ‘desdendenantes’…) remitió a Hans a la zona del silencio, y que no es precisamente en Mapimí, sino más allá, mucho más allá.

Cala, duele, punza… ¿Qué? Que no haya sido un tapatío, el primero. Ni modo, ganó Hans. ¿Bienvenido? Mejor dicho, bien ido…


Transcripciones de algunas conversas  radiofónicas de Alvargonzález aquí; Transcripciones

Más de Alvargonzález en; www.gatofuentes.com/ ‘Escritos de amigos’.

Venta de los ‘Cincuenta Recuentos’ con Macartur en la librería ‘El Desván de Don Quijote’ (antes ‘La Berinta’), López Cotilla 813 y con Mario o Fabián en el puesto de periódicos ubicado en Américas y Morelos. Abierto todos los días de 8 A.M. a 9 P.M.

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3 comentarios en «Biodegradables 3 (La Mezquitera)»

  1. Alvar dice «…qué solos quedan los muertos», pero yo prefiero la frase de Juan José Arreola cuando se enteró de la muerte de Rulfo «… nos estamos quedando solos».

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