Por Alvargonzález; 26 de enero del 2004
Viejas revistas, de 1923, que llegaron a mi proveeduría de tinta seca o al Laberinto del que ya algo te he contado. Viejas revistas que refrescan, en más de un sentido, la memoria. Y no lo tomes como falta de respeto decirte que no me importa si te gusta o no te gusta, ni mucho menos de cuál tomas, porque viendo esos añejos anuncios se me ocurrió que podríamos hablar de ella y así en genérico. De la cerveza ¿por qué no? Pero vamos por partes.
El más o menos espumoso asunto viene de lejos. Que a los egipcios su dios agrícola, Osiris, les enseñó a fabricarla y en algunas tablillas babilónicas se hace mención a ella. A comienzos de la era cristiana ya era conocida su fabricación en Europa y a base de un cereal al que hacen alusión incluso textos bíblicos: la cebada, originaria de Asia y Etiopía. Eso es: la cebada se ‘maltea’ o se deja germinar para que produzca azúcares y allí comienza el proceso de fermentación y fabricación. Pero el proceso de consumo en estas tierras no es tan añejo como pudieras imaginarlo, y espero en alguna ocasión contarte cómo hacia mediados del siglo 19 empezó a popularizarse y a desplazar al pulque que era el lubricante común de fiestas y francachelas sin necesidad de mucho apoyo publicitario. Aquí no estorba una simpática nota tan histórica como paradójica: ni Cuauhtémoc ni Moctezuma en su monárquica existencia probaron una gota de cerveza y por la fundamental razón de que la cebada aún no llegaba a sus dominios. Ellos sabían, y seguro mucho, de pulques.
Un par de viejos anuncios, cuya letra pequeña te resultará ilegible. La cervecería ‘La Perla’ que estaba allá por lo que ahora es el decaído Parque Morelos, con la foto de su fundador José M. Schnaider, publicita tres marcas: ‘Bock’, ‘Guadalajara’ y ‘Tívoli’. ¿Cuál te tomas? La etiqueta de la botella de ‘Bock’, te advierto, muestra a un chivo o cabro… ¡Salud! Por su parte la cervecería de Orizaba -prueba de que el trasvase cervecero se daba ya en el país-, muestra a una panzona criatura con texto que dice: “tengo siete meses y peso 11 kilos. Mi mamá toma…” Al pie, y en letras muy pequeñas señala que si todas las mamás tomaran el bebistrajo orizabeño “…no existiría un chamaco envidioso de mi salud ni de mis carnes”. ¡Bomba! ‘Quesque’ la cerveza ayudaba a producir leche. ¡Hic! ¿Será? Consulte a su médico…
En Historia ‘sigloimedio’ no es gran cosa y eso tiene de haberse iniciado por acá el consumo del gaseoso y malteado producto al que se le añade lúpulo por razones de sabor. Fórmulas aparte (no es tan difícil hacerla domésticamente) un refrescante dato: para fabricar un litro se necesitan de menos ¡seis litros de buena y fresca agua! Te digo: nada con exceso. ¡Burp!
Ahora también puedes seguir al Vallero Solitario en facebook:
Salud, qué chabocha la chevecha