Y Luego…
Por Alvargonzález; 8 de agosto de 1996
Uno de mis proyectos, tan vital como actual, es ahorrar lo más posible ahora, en que el panuestro es de cada cuatro o cinco días, para vivir bien cuando llegue la recuperación. ¿Entiendes? Yo tampoco; lo que es de economía, nada, y cada vez menos con todos los dogmas y credos de tan sagrada ciencia para la cual vivimos.
Como es perfectamente lógico que hoy me da la gana de atizarle a la tal economía por el lado serio, dejo de lado al padre Adán (de apellido Smith) que con su “Bienestar de las Naciones” (¿bienestar?) inauguró como ciencia tan vieja palabra: economía, esa que todo lo exige de los seres sigloveintescos a cambio de una recuperación que algún día llegará primero al Valle del Anáhuac para luego dejarse sentir por el “efecto cascada”, hasta el último rincón del país y sus paisanos. Cosa de esperar.
Tal vez tan entrampada y dizque ciencia no sea tan complicada; tal vez los explicadores se encarguen de confundirla a fin de que no entendamos, porque si todos entendiéramos el juego que jugamos, las cosas se complicarían para los ganaderos de época y que están bien forrajeados en sus praderas financieras. E insisto en eso de “tal vez” porque vuelvo a confesar mi ignorancia en tan preclara ciencia. ¿O ya habrá alcanzado el grado de religión? Ps’abe.
Lo que ha quedado muy al margen de los análisis económicos y los reportes bursátiles –que tanto tiempo y espacio consumen en los medios masivos–, es algo que tú y yo podríamos definir como efecto colateral del entrampamiento; esto es la terrible escasez de comicidad nacional. ¿Estará bien denominarle “derivativa” de la resobada crisis? ¿Consecuencia? ¿Efecto colateral? El caso es que me parece que cada día son menos y más malos los pretendidos cómicos nacionales, y me refiero a los que abiertamente se ostentan como tales y no a los que practican desde cúpulas del poder, y en forma disfrazada la comicidad (los que también dejan mucho que desear por la baja calidad de chistes que inspiran o aun provocan).
Pocos y malos los cómicos nacionales; de baja estofa ese artículo de primera necesidad que es la tal comicidad. ¿No crees?
Espero que pronto, muy pronto, se convoque a un foro nacional de análisis del extraviado sentido del humor nacional. Ya no podemos vivir de mitos o de recuerdos del pasado en tan serio asunto.
Mito, por ejemplo, que México es un país que cuenta con uno de los sentidos del humor más desarrollados del universo.
¿Quién o cuándo nos confirió tan preciado y olímpico título? Quesque hasta de la muerte nos reímos… ¿Tú sí? ¿Alguien en tu circunstancia familiar o amistosa lo hace? Puro mito.
Tampoco podemos vivir de glorias muy pasadas, tales como la de un Cantinflas, cuyas tres o cuatro primeras películas sí fueron cómicas, y las demás puro marquetín.
Déjame insistir en la tesis de que las aperturas y estrecheces tienen que ver, y bastante, con la devaluación de la risa o aun sonrisa nacional; o con el hecho de que la carcajada se nos haya convertido en rictus.
¿Por qué? Por una simple razón; la materia prima de la comicidad en todo el mundo es la misma. O los elementos que la posibilitan.
La aristocracia (o los que están arriba en el poder), el sexo, la historia, la religión y la animalidad humana disfrazada de racismo, son justamente las sales básicas del llamado sentido del humor, y que deben ser homologadas o mezcladas en forma adecuada para no desbarrancar por la vertiente de lo grotesco. Así de simple.
Pero como la redicha crisis incide directamente en algo que se denomina genéticamente como “inseguridad”, eso a su vez repercute en la escasez de la materia prima de la comicidad.
Te pongo un ejemplo britón o inglés: hasta hace unos pocos años la Institución Real, y hasta que la propia Casa de los Windsor se encargara de apolillar un poco más el trono, los prisioneros del Palacio de Buckingham eran de los personajes más socorridos por la comicidad local.
¡Vaya que si son prisioneros esos seres incapaces de hacer nada de lo que los comunes seres humanos hacemos! Pero ese es asunto aparte, pues el hecho es que reírse de los atuendos de la reina, o de las orejas del príncipe, era disparador de carcajadas colectivas y eso no hacía mella a la institución nobiliaria.
Ahora que con los escándalos el trono ha quedado paticojo, el asunto ha quedado más bien vedado a los guionistas de series tan maravillosas y televisivas como aquella de “Escupiendo imágenes” (que en su tiempo fue prohibida en el país de la estatua de la Libertad, porque hacía mofa del cerebro de Reagan al que describía del tamaño de una nuez).
Pero eso es: la fragilidad de un determinado sistema reduce los campos de la risa.
¿Nos vamos a reír de nuestros serios personajes históricos? Impensable, pues la historia es dogma.
¿De las religiones? Eso sólo en otros países un poco más ateos que el nuestro
¿De nuestro funcional sistema político? Se puede, claro, pero atente a las consecuencias o a la reciprocidad de seres que se sienten sumamente inseguros.
Lo mismo el papelón de Atlanta. Somos un país que vive rumiando un gran sentimiento de derrota; entramos a la cancha ya derrotados.
Somos fragilones y tal vez ya sólo falta la teoría de que han sido extraterrestres los que nos han venido derrotando sistemáticamente.
¿Serán? Por cierto, me han dicho que ya está lista para su próxima exhibición –16 de septiembre, que es el equivalente meshica a su cuatro de julio–, la versión mexicana del “Día de la Independencia” y que está hecha con los mejores ‘defectos’ especiales de los que son capaces nuestros creativos mexicanos.
Como un avance, me han notificado en exclusiva, que al final de la película queda arrasado el Distrito Federal. Te la recomiendo.
Por si algo faltara (y como esa película quesque ya está a punto de distribución en la cartelera nacional), nuestros cómicos son mala copia de otros que viven –esos sí– en el más allá planetario.
Pero nada extraño, pues pareciera que también en economía somos mala copia de peores modelos.
Eso sí es de risa, cuando nos jactamos de ser un país muy original. ¿Somos? ¿En qué?
Imagino que nomás salga a la luz este artículo, pronto le seguirá la convocatoria al Primer Foro Nacional de Análisis y Consulta Sobre la Deficiente Comicidad Nacional, al cual asistirán cientóficos sociales (por cientos, claro) que producirán encuestas y muestras, sondeos y bostezos, para trazar el momento histórico en que los españoles –siempre ellos, villanos malvados– arrancaron del rostro de la raza de bronce la sonrisa que imperaba antes de su llegada.
A partir de la celebración de tan anhelada asamblea parlante –que seguro publicará sus conclusiones en CD–, podremos enterarnos de las vías posibles para rescatar la devaluada comicidad nacional.
Seguro que sí, y mientras tanto, esperemos que los bustamantos y calabrosos sigan riéndose de lo único que les es materialmente posible hacerlo: del sexo nacional. ¡De primera! Deprimente…
Te digo, nuestra comicidad es enorme, sólo que la tenemos puesta de la cintura pa’bajo y hasta nos sentamos en ella.
La sesual, hecha con el seso, algún día tendremos derecho a disfrutarla ¿no crees?
Como aquel que dijo que si su mujer no fuera tan floja, tan caótica, ni tan escasa de recursos mentales, sería perfecta; así, si la comicidad madinméxico hiciera reír, sería eso: comicidad. ¿Perfecta?
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A nombre de la AC. “Alvargonzález el Vallero Solitario”.
Cuidado con las palabras! Nos alertaba el buen Alvar .
Las palabras son códigos ( Creo que lo dice J.K.Chesterton en sus ensayos ) y yo lo creo a ciencia cierta.
Honestidad – Congruencia – Equilibrio.
Se las propongo al equipo de la A.C. para sus proyectos radiofónicos
Creo que son las que más nos hacen falta en este mundo. ..adjetivo?
Desorientado ?- Manipulado? – Caótico? -.???
Como decía Alvar …Dímelo tú
Saludos afectuosos y cuando tengan algún evento, hacer – me lo saber
Hola a todos los de la A.c.
Estoy gracias a mi hijo Eduardo que me ha hecho el favor de pasarme los programas o charlas .
Me llamo Roberto de la torre Navarro y mi tel de la oficina es 36 15 31 32
Gracias por tu comentario, Roberto.
quien hará algo? donde están los obiologos de tajimaro?, están dormidos o que!!! haciendo reunioncitas para leer clasicos o a lo mejor el atrasado soy yo(quizá sea lo mas probable) pero algo en mi me dice que estamos en una especie de paralizamiento atonito de incapacidad e insuficiencia hoy que los campos se habren y las cosas están al ras del suelo. Quiza les moleste este grosero lenguaje que igual de grosero se sentia la silenciosa cabina de la desolada nave de la radio que hechaba a volar por las noches. El esfuerzo mas temerario de las noches y la conspiración del silencio y una grabadora vieja para elegir los comentarios cuervo de la mala suerte pájaro que no tiene miedo. tinta remojada se vislumbra cayendo por hojas inútiles que se tiran por millones dándonos nauseas a la ciudadanía; no no no, solo a mi yo creo, esque todo se ve tan feliz, tan positivo. Que ha cambiado en la radio, quien utiliza a quien? en verdad no vemos?? ya es todo. muchas gracias y pido disculpas por mis comentarios mal educados y si ustedes no desean que les siga escribiendo favor de hacermelo saber, en caso contrario no es necesario decir nada «con que lo lean me basta» (me protejo en el sentido de que esta publicacion no es pública jeje!!!
De tanta risa acabé llorando.
Bueno, pues que Álvaro está muy bien a las 7 de la mañana pero de ¡todos los días!
Y de risa es ir a librerías a buscar la risa, porque lo ques en cines me va peor, y eso que «ahí» «hay» (nótese lo rico de la escritura) más moderna industrialización.