Saltar al contenido

Confederacha

Y Luego…

Por Alvargonzález; 6 de marzo de 1997

A López Dóriga lo conocí en Jardi­nes del Bosque y hace más de 20 años. Formaba parte entonces, él, de las huestes jacobeas que ferozmente perseguían la verdad por valles y monta­ñas de la suavepatria. El entones joven López, ya muy encumbrado por el hertzio nacional, estaba de plantón fuera de la casa de don José Guada­lupe mañanatardenoche, aguardando el desenlace de aquel suceso echeve­rrista. ¿Te acuerdas que al enturno nacional le secuestraron al suegro? Y allí López Dóriga al acecho de la noticia por encargo del Güero –así le dicen sus amigos– Jacobo.

Lo del secuestro es corrido aparte, como lo pueda ser la zigzagueante ca­rrera de quien comenzó de reportero, para traducirse con los años en “explicador de la realidad nacional”. Por cierto, ¿quién es tu “explicador” de ca­becera? En realidad poco importa que López, crecido a la sombra del Único ­Sabedor, haya abandonado el pesebre y pasado al 13 cuando era propiedad de la nación, y que a é1 y a Pedrito les haya ido muy bien a su paso por la paraestatal. ¡Crecieron enormidades! Eran los tiempos del portillismo administrador de la abundancia…

Oye ¿por qué será que la llamada “realidad nacional” nos la tienen que explicar desde un mismo lugar? A mí me parecería más lógico que ese México, convergencia de todas las carrete­ras, recibiera la explicación de la tal realidad (si es que la hay) desde todos los puntos de la nación. Algún día tendrían que explicárnoslo los llamados “comentaristas nacionales”, entre los cuales califica el recuperado Joaquín.

Tan fácil como prender el radio. Creo que la estación en la que “explica”­ Joaquín, tiene como 800 “comen­taristas”, o algo así pregona desde el altiplano. Es un de allá pa’cá intermi­nable, y así lo’tro día, Joaquín tuvo a bien leerme la traducción de unas ac­tas judiciales levantadas en Ginebra (ciudad, no bebida) y en francés, por un sistema judicial ¿impecable?

Doña Paulina se casó con don Gustavo, y un buen día se cansaron y ca’quien tomó camino. Alguna vez –iba a decir un buendía, pero fue malanoche– oí en conferencia magistral que Guadalupe Loaeza le llamaba a doña Paulina, “Paulina Pestañón”, y por las postizas que se atrevía a usar. Patricia Paulina Castañón Ríos Zertuche de Salinas de… ¡Acertaste! Con toda esa retahíla de nombres pasaportescos fue entrevistada en exclusiva por la procudeju suiza o helvética y por la simple curiosidad judicial de averiguar qué andaba haciendo en compañía de su hermano revisando cajas de seguridad de su marido entre Ginebra, Lausana y Luxemburgo. Joaquín, radial comentarista central, leyendo desde Polanco y para mí –no sé si lo oíste, y ese es asunto tuyo–, pura pornografía financiera. ¿Tú crees que la tal pornografía se da sólo de la cintura para abajo? En ese sentido concordamos, pues la cartera o billetera se pone justo allí. Decenas de millones de dólares en cada cuenta, y alguna que otra minúscula, de cinco o seis milloncejos que “fueron herencia de mi ex-marido Gustavo…”, el hijo de otro sexenio.

Lectura textual de las actas judiciales levantadas en francés, y traducidas para ser leídas extemporáneamente –aquello ocurrió en el 95 remoto– por la voz fracturada de Joaquín-comentarista. ¿Noticia? En sentido estricto sí, pues a mí me pareció ¡notable! la volumetría acumulada por lo que doña Paulina describió en sus declaraciones como “ganancia producto de negocios políticos” y no como dinero sucio. ¿En carrera de Ciencias Políticas enseñan cómo hacer ese tipo de negocios? Yo le’ntro… Limpiamente le’ntro.

Unas semanas en las pulcras cárceles suizas y doña Paulina de regreso. Lo que nunca regresará a las arcas nacionales es el dinero –produce arcadas pensar en que la mente humana es incapaz de entender que la felicidad no consiste en la acumulación de ceros millonarios–; sí, lo caído en Suiza bien caído es, y el dinerillo se aquerencia allá. El “secreto bancario” es un conocido sistema benefactor de ¡Suiza! Pulcro y hermoso país, inventor pacifico del reloj de cucú… y de mucho más, navajas Victorinox, de la Cruz Roja –a Henri Dunant se le ocurrió fundarla allí con su “neutralidad”–, y allí Ginebra, en donde la ONU arregla pacificaciones… a pesar de que Suiza no pertenece a tan desprestigiado organismo. ¿Comunidad Europea? A la Confederación Helvética le importa un grano de amaranto la tal comunidad y por el pretexto de “neutralidad”. Si algún filólogo extraviado mantiene la vieja teoría de que el lenguaje teje el radical nacional –sustenta la nacionalidad–, en Suiza encontrará que son cuatro los que se hablan: alemán, francés, italiano y romanesco (vestigio fundamental de las lenguas latinas). En 1815 la post napoleónica y pacificadora Convención de Viena, le otorgó “Neutralidad Perpetua” (¡sopas!), que Víctor Hugo apreció en el mismo XIX como un juicio emanado de tarjeta postal: “…se dedican a ordeñar sus vacas y a vivir en paz…”. Da la frívola impresión de que un metalenguaje –lengua superior– es la que sustenta a ese encantador país de ordeñadores… ¿Numismático? No te doy el número de mi cuenta en Suiza porque es secreto.

En la neutral Confederación Helvética, todo pasa siempre a la misma hora: el tren, el camión, y Chevallaz con sus 82 años y ahora presidente del país. Con urbanidad, seriedad, rectitud y humanismo, Guillermo Tell debió someterse a la prueba solicitada por el conquistador medieval y alemán que por no humillarse ante el emblema conquistante fijado en plaza pública, le condenó a flechar la manzana colocada sobre la cabeza de su hijo. Con toda rectitud, Guillermo lo hizo ordenadamente. ¿Cuántos Guillermos conoces tú? Su fama trascendió siglos fronterantes, y Guillermo Tell es el antonomástico de Guillermos y Guillerminas en todo el mundo.

¿Ordeñadores? Parece que Víctor Hugo no se equivocó, pues ahora dicen que fueron billones de billones de dólares, y con el pretexto de que el Franco Suizo era –tal cual– la moneda franca de la quesque Guerra Mundial; o uno de los pocos circulantes reconocidos por los participantes en la macro poda humana. “Tan frágil ella, y tan en el centro de Europa, que se defendió como pudo en su neutralidad”, dicen actuales intérpretes de la historia. Pero otros descendientes del holocausto hacen cuentas y quieren asomarse al secreto de las cuentas generosas y generantes de ganancias, en las que incluso se depositó oro dental… extraído antes del macabro rostizamiento.

No entiendo para qué López Dóriga leyó el recuento de cuentas, pues lo mismo da: cualquiera su procedencia, la secretidad contable hace circular el circulante, olvidando su origen y arriesgándolo en donde está. ¡Pobre de doña Paulina que sabe que mucho tiene pero que ya no dispone de ello! Pero más pobre de México con tantos comentaristas diciendo obviedades de un desfalco bien guardado por la inmaculada Confederación Helvética, tan neutral y benévola…

Comparte si te ha gustado

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.