Saltar al contenido

De profundis

Por Alvargonzález; 12 de febrero del 2003

Diez sesiones por dos mil quinientos pesos, no parece demasiado caro. Lo que no alcancé a percibir claramente es la profundidad del tratamiento de belleza promocionado por el anuncio, e ignoro igualmente como puede verificarse la efectividad del mismo. ¿Alcanzas a leer la tercera oferta de la lista? Parece que la industria de la belleza no tiene límites y que ha alcanzado regiones insólitas de la corporación humana.

Eso es: industria significativa y voluptuosa en cifras. En alguna parte deben existir los datos millonarios –en dólares, ¿en qué más?–, de las ganancias generadas por la producción y consumo de afeites, pinturas, alifafes, ungüentos y tratamientos que prometen ¡belleza a prueba de tiempo!; en alguna parte esos datos repletos de ceros, y que no son sino la expresión numérica de una certeza: el animal humano es el más vanidoso de la creación y el hertzio convierte en dinero el “¿qué me embarro?, ¿cómo le hago?, ¿qué me echo?” para que el espejo no nos insulte en cuanto nos plantamos frente a él. A todas horas anuncios y la promesa del milagro embellecedor a precio bien merecido por el cutis personal

Es halagüeño y esperanzador observar la enorme cantidad de estudiantes que se inscriben en las llamadas ‘academias de belleza’; horas y más horas de talento juvenil empleado en aprender las complejidades de la ciencia de acicalar cabelleras y de aplicar mejunjes reparatrices. Justo lo que se necesita, ese derroche de talento, para la reinvención nacional o para el embellecimiento del futuro colectivo. Tienes razón: ca’quien hace con su tiempo lo que quiere y con su cuerpo también pero el asunto tiene algo de dramático. ¿No?

Clínicas de belleza de toda laya y especie, como esa del anuncio con su promisorio tratamiento –no logré averiguar si a favor o en contra– de la ‘cululitis’. Sí, es cierto, el amor propio traducido en el querer ser todos bellos es un asunto emparejado con la historia de la humanidad, y desde siempre. Pero también es cierto que apenas en el siglo 20 fue cuando se montó esa monumental industria de la transformación personal. Industria extractiva de recursos personales –dinero– a cambio de promesas milagrosas.

Elizabeth Arden y Elena Rubinstein fueron las pioneras. Ellas advirtieron lo que somos capaces de pagar por productos capaces de alivianar el peso aplastante del calendario. Geniales. Pero ¿la Historia sigue siendo maestra vital? Te acuerdas que cuando Roma se olvidó de la inteligencia y se ocupó de la belleza ¡paf! De profundis, tratamientos embellecedores a profundidad, pero el asunto es para pensarse más allá de la ‘cululitis’…

_________________________________________________

¿Recuerdas las ‘peripateadas’ con Álvaro González de Mendoza? ¿Tuviste la suerte de ir a alguna? El mini club Mártires del Hertzio se está organizando para realizar una rumbo a Chalma. Más información en la próxima entrega.

Comparte si te ha gustado

4 comentarios en «De profundis»

    1. Manitas en Barcelona: Agradecemos mucho tu punto de vista diferente, muchas cabezas piensan más que una. Y coincidimos en que hay más matices que abarcar, ten la plena confianza de expresar lo que gustes, todo será para lograr una mejor idea entre todos. Saludos

  1. Que más puedo hacer por este rostro bello y mío? Pero eso sí…tratamiento de cululitis…por ahora no. ¡está muy caro! Saludos mártires.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.