Por Alvargonzález; 23 de mayo del 2002
Larga historia que debo compactar. Es un poco como lo que pretendí decirte la vez anterior sobre el proceso de carbonificación de la madera: mucha que es reducida al mínimo ardiente y la coincidencia resulta extraña porque la Historia a veces resulta así: compacta y ardiente. Ni modo.
Allí verás la foto de Giussepe, y la de la placa que le confiere a una calle muy conocida aquí el apellido del prócer italiano. Algunas preguntas que podrían venir a la sesera podrían ser: ¿acaso hay tan pocos héroes en nuestra tierruca que se hace necesaria la importación de algunos? O ¿cuáles los méritos transnacionales de Garibaldi para homenajearle acá y así? Veamos.
La ignorancia a veces nos lleva a pensar que todo siempre ha sido igual. ¡Qué va! Por ejemplo, esa simpática bota que los mapas retratan incrustada en el Mediterráneo y que llamamos Italia, apenas en el siglo XIX andaba descifrando una difícil palabra: unidad. Francia, Austria, los Estados Pontificios y la monarquía intervenían y fraccionaban la hoy unitaria Italia. Y es en medio de ese proceso que aparece Giussepe y su nada sencilla biografía: su apoyo a la unidad es recompensado con la expulsión que le lleva a Brasil (donde se casa por primera vez), luego a Uruguay y al retorno en 1832. Es más o menos en esa época que se adhiere a los ‘Carbonarios’ que no era otra cosa sino una organización secreta -fraternidad-, que sobre bases religiosas tenía intenciones políticas. ¿Carbonarios? Utilizaban una serie de símiles referidos a los obreros del carbón como llamarle ‘baracca’ -depósito de carbón- al lugar de sus secretas reuniones. Pregonaban una religión naturalista, y paradójicamente tenían por santo patrón a San Teobaldo mientras reverenciaban a la diosa Libertad. Aseguraban metafóricamente que ‘librarían el bosque de los lobos’ -déspotas- y manifestaban su odio profundo contra el despotismo absolutista y contra la iglesia católica; se calcula que llegaron a ser hasta 600,000 carbonarios en la lucha por la unificación italiana.
Garibaldi tiene una biografía oscilante: de pronto está con el rey Víctor Manuel, de pronto busca refugio en los Estados Pontificios -fobias aparte-, e incluso llega a manifestar su adhesión a Napoleón III. Y es allí donde paradójicamente aparece Garibaldi en la ‘suavepatria’, con aquella carta que le envió a Juárez luego de lo de Maximiliano: “…un vástago del despotismo europeo, injertado… no ha fructificado (en México) por fortuna de la humanidad… Salve oh Juárez, veterano de la libertad del mundo…”, dice entre otras cosas.
Mis colegas periodistas utilizan una terminología plena de significados. Hablan de que en ocasiones los políticos hacen acuerdos ‘en lo oscurito’, y repiten ad nauseam que ‘eso no se vale’. Pues carbonarios y demás fraternidades eran especialistas en eso: en lo sigiloso, en las claves comprensibles sólo para ellos, en la hermeticidad y la exclusión a los ajenos. La adhesión del hermano italiano le merecía homenaje aquí.
Si observas bien la placa original del bautizo de la calle, tiene una fecha: 1914. Coincide con la euforia del Constitucionalismo revolucionario. Lo que ignoro es cuándo ocurrió que el mismo Garibaldi rechazante de injertos europeos ¡fue injertado en el puro centro de la Mesa Central! ¿No acaso es la Plaza Garibaldi el epicentro folklórico de la monstrua capitalina? Por ‘Carbonario’ fue injertado aquí y allá, y qué…
Agradecemos de antemano tus comen… pos cuáles.
DOMITILO LE ATINASTE A COMO YO LO VEO-LEO-OIGO. ALVAR SIGUE PA LANTE, AUXILIANDO LA RECONSTRUCCIÓN NACIONAL.
Hahahahaha siempre lo mismo con la simple diferenciación del tiempo y el modo, buen articulo de un buen hombre, Gracias…
El sentido del humor de Alvar persiste intacto en éstas líneas; es inevitable separar el tono de su voz cuando uno lee un texto de su autoría y, por otro lado, es precisamente esa simbiosis la que te transporta dentro del flujo de las ideas que comunica…
Son muchas sucursales que uso la masoneria para cumplir sus objetivos como los guadalupes(Mex), los de la amistad (USA), los jacobinos (Fr), los carbonarios (It. y Fr.), marxistas (Rus). Los objetivos son $,$ +$. En realidad las guerras son entre semejantes, y no como la doctrina marxista dice «entre contrarios». Desde que metafóricamente se dice que Caín mato a Abel se cumple que los conflictos son entre semejantes. El clero católico amantes del $$ perdió el liderato ante los judios también amantes del $$. Por medio de S.S.
Gracias, Oscar: como siempre, tus comentarios son nutritivos. Saludos.
Gracias por Alvaro por éstos bellos momentos, solamente así la historia se puede entender.
Un gran abrazo Tapatío, que vive en Timisoara, Rumania.
Se agradece tu comentario, Victor: un saludo hasta Rumania. Ya nos dirás qué haces por allá.
Los grupos secretos siempre serán tema de conversación y de creación de mitos y leyendas. Y como dice Alvar, lo paradójico de todo es que siempre los personajes que pelean contra un régimen o forma de pensamiento son alabados y homenajeados, ¡por sus propios enemigos!
Saludos a todos.