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Llegó y se fue

Por Alvargonzález; 1 de mayo del 2002

Abril, mes, tal cual llegó y prácticamente ya se fue. No podría haber sido de otra forma y por aquello de que en tratándose del tiempo todo es pa’lante. Pero con el mes se nos fugó la oportunidad de recordar aquel otro abril lejano cuando a Guadalajara llegó el símbolo pujante y rodante de la llamada “revolución industrial” y del progreso.

Ciertamente en esa área que cubre el edificio de la foto actual*, fue tomada la foto añeja que instantáneamente congeló la aproximación del ferrocarril a Guadalajara; ya estaba en la frontera urbana y sería cosa de días y de pocos rieles más, para que la máquina con su tiro de furgones llegara a la estación que era construida en las proximidades del templo de San Francisco.

La foto vieja fue tomada precisamente el 16 de abril de 1888 y para evitarte ‘sumasrestas’ te traduzco el dato: ¡hace 114 años, y en el abril que caduca, del sonoro acontecimiento!

Tal vez fue un grave error haber olvidado al ferrocarril en la progresante vía nacional. Deja tú lo de la fecha de arribazón del tren a las proximidades del casco urbano, pues en todo caso doña Historia resulta ser mucho más que la memorización o la conmemoración, solemne y hueca de fechas. Que si llegó a Guadalajara hace 114 años y pocos lo recordaron, eso resulta intrascendente si lo comparamos con el grave error de que nuestra fórmula para lograr el pretendido ‘progreso’ no lo tomó en cuenta.

Asómate, por favor, a países de la primera división económica internacional y verás. Fue el ferrocarril, por ejemplo, el que realizó lo impensable: vincular por tierra submarina a Francia e Inglaterra mediante el ‘chunnel’ (la palabreja se hizo juntando ‘tunnel’ y ‘chanel’). Los trenes bala de Japón, España y Francia que en un parpadeo se tragan cientos de kilómetros.

Ironía: La Revolución hubiera sido impensable sin el sistema ferroviario hecho por don Porfis. Pero luego de que La Revolución se apeara del tren, se olvidó de él. ¿El resultado?

Un sistema ferroviario nacional, transportando mercaderías con regular eficiencia y amparado por la célebre declaración del ex presidente respectivo: “los ferrocarriles no se privatizan, se concesionan…”. Si entiendes la diferencia, me la explicas, por favor.

Allí en la foto aparece el edificio de la actual estación. ¿Su función? Cualquiera, menos la de albergar pasajeros, pues los trenes a nadie llevan aparte de los ‘moscas’ que tratan de alcanzar el norte mítico.

En 1888 llegó, para sorpresa de los habitantes de aquella tranquila Guadalajara. Y se fue… la oportunidad de haber entendido lo maravilloso que es un buen servicio ferroviario para los habitantes de un país moderno. ¿Te imaginas lo que sería tomar el tren y en dos horas estar en la mera monstrua capitalina? La tecnología existe, pero las vías de entender el progreso parece que se nos han torcido. Y por vías torcidas no ruedan las ruedas del carro del ferrocarril…

*No se encontró la foto.

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