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¡Mi casa es…

Por Alvargonzález; 8 de septiembre del 2003

¡Mi-casa-es

¡Mi casa es mi castillo! Eso suelen decir los flemáticos britones o los flemones británicos que para el caso da lo mismo. Y si vieras las casas en las que viven la mayoría de los habitantes del Unido Reino, coincidirías conmigo en que se necesita británica imaginación para afirmar ‘loantesdicho’. Pero mirando la foto adjunta aceptarías que aquí hay casas que parecen eso. ¿No? Castillos, claro.

Nada más peligroso que un arquitecto sueltito. Es decir: apoyado en los recursos del contratante y echando mano suelta a su creatividad  personal en proporción directa al dinero ajeno. En términos metafóricos me parece algo así como un burro manadero en el potrero con la yeguada y procreando híbridos insólitos (perdón por no tener espacio para explicarte la agreste metáfora). ¿Quién le detiene? Sólo la fatiga. He llegado a pensar que algunos arquitectos debían ser condenados a vivir en las obras que han construido con recursos ajenos. Imagínate instalados allí por arraigo judicial a los hacedores de la Plaza Tapatía. Es un decir…

Ahora imagínate a Doña Jesús (así) de Yriarte que con su hijo decidió mudarse de Mazatlán y vivir aquí. Apoyada en los beneficios derivados de un fundo minero en tierra de los sinaloas por el rumbo de Cosalá, decidió comprar un terreno en andurriales lejanos, entre sembradíos,  y en la entonces llamada Calle del Tequesquite. ‘Testoy’ hablando del año 903 -de hace un siglo-, y quizá alguien le recomendó al mejor arquitecto de la época: Guillermo de Alba. Eran tiempos del encandilamiento en tono Francia y -vuelta con lo mismo-, nada más temible que un arquitecto encandilado. La respetable dama mazatleca con sus recursos que no eran pocos, y la suelta imaginación del Arq. de Alba dieron como resultado dos simpáticas casas (¿les dices ‘duplex’?) concluidas en 1907 , tipo castillo francés y que allí están aún en esa calle de nombre misterioso: Libertad. Y digo misterioso porque cuando la tal libertad nos sirve para atropellar a otros es maravillosa, pero cuando los otros la usan para contra uno… En todo caso, la calle es bella aún. ¿La conoces?

Todavía los castillejos son propiedad de los descendientes de Doña Jesús* a quien la Revo dejó sin mina pero ya asentada en la ciudad. Ah, por cierto, si algún día tienes tiempo en tus idas a Chapala, asómate a la falluca estación de ferrocarriles (pues falló el proyecto ferroviario). Esa monumental edificación es ‘obrigracia’ de la mano diseñante del mismo Arq. de Alba. No es fea, lo malo es que como estación no funcionó y ya va un siglo tratando de averiguar para qué puede servir. A mí me gusta como para antro temático con tablón danzón con tubo y todo. ¿Qué opinas?

* Gracias a su nieta, Doña Paz Vargas Gómez Luna, por abrirme las puertas de su casa y de su historia familiar.

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2 comentarios en «¡Mi casa es…»

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