Por Alvargonzález; 14 de agosto del 2002
Simple dato entre informativo y lingüístico: ‘Theatrós’, y en griego, significa ‘ver, observar’, y por esos virajes analógicos del lenguaje del hecho de ir a ad-mirar ocurrencias ajenas –de los autores–, hasta los edificios se llaman así: teatros. ¿Te gusta el teatro? La respuesta puede disparatarse por muchas vertientes…
Mala noticia entre histórica y teatral: durante milenios no hubo otra forma de entretenimiento sino esa de ir a ver a actores reflejando la condición humana en el escenario. Pero ándate que llegó una novedosa tecnología de envolver la imaginación ‘tuyimía’ (y la de todos) en la penumbra, y empezó una ‘luchalibre’ empresarial: sacar a los del teatro para llevarlos al cine, y te hablo de NY comenzando el siglo 20. Difícil inicio: ‘quesque’ una pantalla plana podía hacer sentir lo mismo que un escenario tridimensional. ¿Quién ganó? Ahora la desigual lucha es tratar de sacar a los del cine para llevarlos al teatro, y con un agravante más: las ‘quesque’ mejores obras –¿verdad Strand o Broadway?–, son las que parecen ¡de película! ¿Viste al jorobado, o a las gatas con Evita? Eso inclusive da status con todo y sudaderas pregonantes en tono de “Cats NY, London o DF”.
Breve y directo: admiración profunda a mis amigos que aquí se dedican al teatro; batallar sin muchas armas contra la apantallante industria arrollante. Cine es pantalla y rollos. ¿No? ¿Vas al teatro? ¿Al ‘Experimental’?
Ingeniosa idea la de construir aquí uno con ese nombre e intención; sólo faltaba construir un público a la altura de ¡las campamochas! Mira que la insensibilidad urbana así bautizó las concretas y modernas esculpiduras del Teatro Experimental e hijas de su era. ‘Ahitán’, estólidas y experimentando su abandono pues muchos al cine y pocos al teatro.
En Querétaro –me han dicho amigos viajados–, está el llamado ‘Teatro de la República’. Las razones de su nombre aparte, como burdo historiador amateur sospecho que entre la profesión política y la actoral hay una vinculación profunda: Britney (?) me dijo que su función es cautivar al público con su habilidad sensual; y quizá la intención del político sería cautivar al pópulo con su capacidad ¡sesual! ¿Es mucho pedir que la actuación de los políticos sea inteligente?
Ese mi temor: que el Gran Teatro de la República siga siendo ¡experimental! (tiene muchas décadas siéndolo), porque siendo así las cosas se van a poner ¡de película! ¿Verdad campamochas?
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Excelente nota. Saludos.