Por Alvargonzález; 18 de noviembre del 2002
De cuando en cuando la misma pregunta, ante la cual no tengo otra respuesta que la repetida ‘cientomuchas’ veces y fundamentada en versiones añejas y coincidentes. ¿Por qué nos dicen como nos dicen a los que habitamos aquí?
¿Alcarreños? Hay entre Cuenca y Guadalajara –la de allá, la del nombre original–, un puerto de montaña, punto sobresaliente en la orografía y llamado así en árabe: Alcarria, de donde la referencia se aplicó a los habitantes de esa Guadalajara castellana, tierra del maléfico Nuño Beltrán de Guzmán, alcarreño de cepa. Él, entre su equipaje de conquistador traía instalado en la memoria el nombre de su ciudad natal y por esa alcarreña y relevante razón brotó en el Valle de Atemajac una Guadalajara en donde habitan… ¿Cuántos millones seremos? ¿Te acuerdas cuando allá en el sesentaitantos el homenaje a Juan Francisco José, el “Tapatío un millón”? ¿Tapatíos? ¿Por qué nos dicen así? Esa la pregunta repetida y cuya respuesta hoy nos ocupa.
Hace unas pocas semanas tuve la placeridad enorme de revisar, revisitar y hablar de la Guadalajara templaria gracias a la invitación de Mariano Michel y a industrioso club. Ello viene a cuento porque pude advertir una característica singular de la arquitectura templaria local: los llamados trípticos en las fachadas de algunas iglesias.
Lo de ‘tríptico’ de sobra sabes que son composiciones que integran –obvio– tres elementos. Como andamos corriendo y como corriendo no vemos, seguro no has advertido que en el pórtico de catedral, sobre la puerta principal, están San Pedro y San Pablo a los lados de la Virgen de la Asunción. Un día los miras, si quieres y si la tensión urbana te permite poner atención. Mucho más difícil de ver de pasada es el tríptico del templo que originalmente se llamó de la Santa Vera Cruz y que conocemos como San Juan de Dios (el olor a sifón obliga a correr aún más…): allí San José y San Antonio acompañan a la Virgen de los Dolores.
Pero el mejor tríptico, conjunto escultórico, es el que te muestro hoy: el de Jesús María, del siglo 18. Santa Ana, San Joaquín y la Sagrada Familia reunida en el centro. De belleza inigualable en un templo casi oculto, en la calle de Morelos. Allí está; míralo.
Trípticos: más o menos claro el asunto. Pero y ¿los tapatíos? Tapatiótl: medida regional de tres unidades usada en trueques comerciales. Insisto: sólo aquí en el colonial Valle de Atemajac se utilizaba, y por ello ¡Tapatíos! ¿Seremos trípticos? ¿Tan elaborada nuestra personalidad? ¿Virtud o defecto? Dímelo tú…
Yo estoy deacuerdo sobre todo con lo del olor a sifon. Saludos vallerescos.
La tríptica reflexión de Axel Rivera también la planteó El Vallero Solitario (Álvaro) en su recién editado libro (inconcluso por cierto)»La Guerra que Perdimos MAÑANA», pero también nos da las claves para modificar nuestra chata realidad, pues antes de los españoles no éramos un país sino muchos pueblos desunidos, en realidad los españoles vinieron a unir a todos los pueblos hasta lo que hoy es EU, claro mediante la bruta fuerza, pero luego no pudimos sostener semejante hazaña y ya se nos está acabando el tiempo para re-unirnos nueva-mente porque hoyendía el país se desmorona gracias a nosotros mismos. Los invito a profundizar en nuestro concepto nacional, que Axel bien plantea y que Álvaro asienta en LA GUERRA QUE PERDIMOS MAÑANA (muy optimistamente Yolanda Zamora comentó: «lo cual significa que… tal vez la ganemos»). Me gustó mucho saber porque soy «tapatía», y somos los más representativos de nuestra nación, del mismo modo Álvaro llegó a ser la voz representante de México desde la BBC al resto del mundo.
Pues trípticos somos, como una disgregación de la mente, por un lado una ciudad muy castiza, fundada por españoles, por otro nos enseñaron en la escuela que somos muy mexicas; mestizos y confundidos al fin repudiamos a unos y a otros y no nos identificamos plenamente con ninguno.