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¡Échenle más mezcla!

Por Alvargonzález; 27 de agosto del 2003

Guadalajara, dime si no, es una ciudad en vías de hechura así que cuando quede acabada… ¿La puedes imaginar? Yo tampoco pues no me da mi humilde sesera para tanto. ¿Acabada? Cuidado con las palabras pues el término puede resultar muy distinto en sonoridad e interpretación. ¿Acabada Guadalajara? Como en esas obras monumentales que se inician con una ‘primera piedra’ sería magnífico que un ‘buendía’ se anunciara: “se ha puesto la última piedra en la hechura urbana. ¡Ni una más!”… Pero sería terrible que un ‘maldía’ se llegara a la conclusión de: “la ciudad está acabada… ¡no da para más!”. Llanto y chirriar de dientes de los especuladores de terrones urbanos, y como diría uno de los más profundos filósofos nacionales -El Piporro-, “galope de mil caballos levantando polvareda…” en el escape masivo de la ‘Guadalajara Hospitalaria’ según reza la inscripción en los viejos Arcos. La ciudad, niégalo si puedes, está en proceso de hechura…

Aquí en más de una ocasión he tratado de contarte cómo vivimos rodeados de símbolos que se revelan y se rebelan en toda la anchura de la conurbación. En su sentido revelante ellos manifiestan para quien quiere verlos y puede interpretarlos, cuestiones insospechadas. Por ejemplo un hidrante puesto a finales del siglo 19 y que ha sobrevivido sobre la banqueta de Hidalgo, cuenta de cuando la ciudad inauguró su Colonia Americana; pregona una intención urbana ya valente ‘desdentonces’. Pero los símbolos también dan en cara, a veces, más en tono de rebelión que de revelación.

¿Alcanzas a verla? Sí, esa imagen que acompaña las líneas*. Es, acertaste, una casa y -no tienes por qué saberlo-, está en una colonia al oriente urbano. Es, coincido contigo, una obra maestra de arquitectura brutal o -lo que es lo mismo-, de expansión familiar a lo bestia necesitada de cobijo. ¿Símbolo? Con eso de que aquí todo se remedia con campañas multimedia tan inútiles como costosas, la equiparación publicitaria entre ciudad y el término de ‘casa común’ de pronto se me representa en esa edificación-símbolo: ¡échenle, pónganle, súbanle, ábranle y añádanle! Pero ¿hay algún proyecto? ¿Alguien ordena o pone orden? No, pero hay picos, palas, azadones, cal, cemento, ladrillos y calzones. ¿Se necesita algo más? ¡Hasta agotar existencias! Ya verás cuando esté acabada…

Crecer, como si eso en sí fuera virtud. Crecer ¿cómo? Con eso de que la ‘democracia’ ha derivado en plebiscito -la última palabra la tenemos todos-, ¿quién podrá armonizar u ordenar el crecimiento de la simbólica ‘casa común’? Es un caso, creo, para el Chapulín Tricolorado…

*gracias a Jorge Granero por la foto.


Más de Alvargonzález en; www.gatofuentes.com/ ‘Escritos de amigos’.

Venta de los ‘Cincuenta Recuentos’ con Macartur en la librería ‘El Desván de Don Quijote’ (antes ‘La Berinta’), López Cotilla 813 y con Mario o Fabián en el puesto de periódicos ubicado en Américas y Morelos. Abierto todos los días de 8 A.M. a 9 P.M.

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8 comentarios en «¡Échenle más mezcla!»

  1. A diferiencia de quienes “saben” usar una cámara fotográfica y quien transmite su visión de cuanto le rodea, por ejemplo pude percatarme de la vida en Londres gracias a la colección de fotos expuestas en el exconvento del Carmen, seguimos los pasos del Vallero a la espectativa de la transformación de nuestra ciudad,
    qué simbolo tan representativo de las ocurrencias de aquí entre nos.

  2. Les felicito por la publicación constante de los escritos del Maestro que son sabiduría y enseñanza del ver y saber, acerca de lo que nos rodea y pasa desapercibido. la siempre lectora.

  3. En donde esta la Casa Jorge? Una de las cosas que me dejan “como chupando cocuixtles”, con ganas de darme una vuelta es que me quedo sin saber donde esta para ir y saborear por cuenta propia-que de hecho creo haberla visto-…igual con el hidrante y lo mismo con la placa de estrellas de Fidel Velazquez…¿donde es?

  4. Muchas veces miré esa casa, incluso puedo decir que miré esa foto tomada por mi hermano antes que lo hiciera el Vallero, pero nunca, nunca vi lo que con tanta perspicacia el Maestro nos dice en este texto. No cabe duda que el Vallero Solitario era como la famosa espada del augurio: este texto es otra clase más de cómo ver “más allá de lo evidente”

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