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Cajas

Por Alvargonzález; 23 de septiembre del 2002

De pronto paso y veo esa caja de hielo, y de igual forma -de botepronto-, me salta a la sesera un asunto genérico y sugerido por la particular visión. Tal cual te lo planteo: ¿qué sería de nosotros sin cajas? Ese el genérico, del que me ocupo antes de ir al particular caso de la caja helada y que se hilvanó al momento pues un oyente me hizo la extraña pregunta de por qué donde hay dinero, de cajas se habla.

Al ser el dinero el hipotético valor supremo de la convivencia, el sonante binomio caja-cajero forman parte de la cotidianeidad; hay que recurrir a ese punto que resulta ser preponderante para la subsistencia. Pero ¿caja? En la denominación influye eso que en arquitectura del lenguaje se llama ‘sinécdoque’ mediante la cual el continente denomina al contenido, la parte al todo o viceversa; te aseguro que no es preciso forzar mucho la imaginación para advertir que si hay muchas monedas o billetes lo ideal para guardarlos diferenciadamente es precisamente una caja más o menos reforzada y que acaba denominando al contenido. El más discreto e inadvertido caso de sinécdoque y que tiene que ver con el asunto es precisamente el de la cajeta: aunque te parezca extraño, el dulce se llama por el contenedor y que originalmente era una pequeña ¡caja! Cajita y cajeta lo mismo son.

Si me preguntaras una definición de ‘caja’ no se me ocurre otra que decirte que es un espacio vacío fronterado; un hueco con límites sólidos por varios frentes. Y son tan necesarias que aun mentalmente tenemos que recurrir a esos contenedores para que en el archivo sesual todo más o menos ¡encaje! porque si no todo sería caos y desorden.

Todo a propósito de esa caja de hielo, extraña reliquia urbana.

Hasta bien pasada la mitad del siglo anterior, la refrigeración no era de uso común en la ciudad por lo que en tiendas y casas había hieleras, no refrigeradores, que debían ser abastecidas a diario. Y por ello en los barrios existían las cajas de hielo desde donde era llevado a domicilio y vendido al menudeo. Al generalizarse la refrigeración fueron desapareciendo dichas cajas cuyo sistema aislante aunque primitivo les permitía conservar las barras que enteras o en fracciones eran distribuidas en el vecindario. Corrijo: les permite…

Allí, entre Libertad y Rayón, todavía en funciones la caja de los Bernales muestra aún activa de ‘tiemposidos’.

Cajas, multiformes y con diversa función facilitantes de la vida. ¿De la vida? Corrijo de nuevo: quizá a lo más que al final podemos aspirar es a una entre digna y buena caja. ¿No?

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1 comentario en «Cajas»

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