Por Alvargonzález; 25 de junio del 2003
Michel Costeloe es el autor del listado más completo de lo que podríamos llamar ‘papelería volátil’ hecha en México durante una parte del siglo 19. Ese catálogo resulta imprescindible para entender un fenómeno que asumió tintes dramáticos porque además de consumir mucha tinta, con él se fueron chorros de talento e ingenio que pudieron ser mejor empleados. ¿Por qué un extranjero? Porque las mejores colecciones de ese papelaje están en la Biblioteca Británica, en la Bankcroft, o en Austin, lo cual significa que una buena porción de las fuentes documentales de nuestro pretérito imperfecto ¡fueron vendidas por kilo al exterior! Te aseguro que en Londres puedes consultar más impresos de Faustino Cevallos –su nombre tuvo la hoy Av. Niños Héroes–, que en la expoliada biblioteca del Estado.
El índice de Costeloe refleja cómo a partir de la insurgencia, la imprenta –la herramienta de comunicación más prodigiosa que se ha inventado– fue utilizada para fines de propaganda: alcances, volantes, hojas sueltas, panfletos, etc. La difusión de conocimientos quedó relegada por los publicistas (era el nombre que se daba a los impresores) que se dedicaron a prensar proclamas, contra proclamas, denuestos, alabanzas, teorías políticas, planes y justificaciones de asonadas y revueltas. Si adviertes que la única forma en que volaban las noticias era o de boca en boca o mediante papeles que portaban los viajeros, entenderás por qué se les llamaba ‘volantes’ o ‘alcances’ y de su trascendencia; y si te detienes a pensar en lo laborioso que era fabricar el papel, y luego prensarlo hoja a hoja con un sistema igual básicamente al de Guttemberg, percibirás todo el esfuerzo y la tecnología que se consumieron en banalidades. Cuando tienes la posibilidad de ver y revisar esas colecciones, te estruja la pregunta de si la trilogía imprenta-tinta-papel, no pudo haber tenido uso más meritorio en la cimentación de la ‘suavepatria’ en lugar de servir como elemento pulverizador. Por cierto, en el catálogo de Costeloe, sobresale el hecho de que Iturbide respetó a ultranza la libertad de esas prensas que ayudaron a prensarlo muy bien…
Afortunadamente, ya estamos en el mero siglo 21, y mira una muestra de ¡volantes! que me han alcanzado en las últimas semanas. Te notifico que México tiene un déficit enorme de celulosa y con poquitos troncos ya para fabricarla y con ella hacer papel. Te aviso que tenemos una gran capacidad para producir basura y luego no sabemos qué hacer con ella; todo es reciclable pero nadie recicla. Te comparto una primaria conclusión luego de leer durante años esas colecciones de volantes-alcances del siglo 19: creo que ni todo lo que se puede hacer se debe hacer, ni todo lo que se puede decir se debe decir. No es delito fabricar basura física o mental, ni propagarla, pero ¿es lo mejor? Si lo investigas me notificas el resultado de tus investigaciones.
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Hoy conmemoramos el séptimo aniversario luctuoso de Alvargonzález. Qué mejor manera de rendirle tributo que leyendo sus textos, escuchando una conversa o verlo-escucharlo en un audiovisual, por ejemplo; el festejo de sus 35 años de volar con la lengua:
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