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Britones III

Y Luego…

Por Alvargonzález; 26 de junio de 1997


Ignoro si exista un recuento enci­clopédico que explique todos los deportes que se practican en el mundo, y que narre además sus orígenes. Si exis­te, no lo conozco, pero algo sé de la historieta del patabola y del pueblo que lo originó. Sí, ese deporte mayoritario en la a veces suavepatria, y que consis­te en patear durante noventa minutos un balón, tratando de meterle gol al contrario.

Claro que los originalistas –aque­llos apegados al mito de que todo se originó en el mundo azteca– argumen­tarán que el pateante deporte tuvo precisamente sus orígenes aquí. ¿Qué acaso “Querétaro” no significa precisamente “Lugar donde se juega a la pe­lota”? Más pruebas: el ‘Ulama’ todavía practicado en Nayarit, supuesto ante­cedente del corretaje y pateamiento del balón, tal vez se jugara antes que en 1314 el Rey Eduardo II de Inglaterra lo prohibiera por el escándalo y ruido que se armaba en las calles de Londres por los devotos al futbol. En todo caso pre­valeció con ese britón nombre –foot­-bail–, derivado prácticamente a todos los idiomas del mundo y para regocijo de la fifante humanidad. ¿Fifa? Con de­cirte que mucho antes de que surgieran las modernas generaciones de filósofos del patabola, que emplean miles de ho­ras hertzio y cientos de litros de tinta para explicarnos la metafísica de los partidos, ya un tal William Shakespea­re en una de sus obras le menciona así: futbol. ¿Te gusta?

Hay –diría el politólogo– de partidos a partidos. Inolvidable aquel que tuvo lugar en Charing Cross, en el centro de Londres y que se celebró bajo las nor­mas de muerte súbita. Sí, súbitamente –de un tajo– fue decapitado el rey-en-­turno, Carlos I, y la fanaticada –los ex súbditos– decidió utilizar a manera de balón la pelota craneal de Carlos (nota el nombre). Desgraciadamente no se conservaron estadísticas sobre cuántos goles –¡todos de cabeza!– o cuántos litros de sangre costó que en 1649 Oliverio Cromwell anotara su ¡gol!, o llegara a la meta derrocante de la monarquía. Lo que sí se sabe es que fue partido de ida y situado dentro del gran campeonato mundial de la intolerancia y del fanatismo. Luego –años después– la monarquía recuperaría la corona.

¿Fanatismo? Allí en Charing Cross, una noche, me tocó presenciar cómo los hooligans, hijos del santo fervor futbolero, mataban a navajazos a un fan de equipo rival. Te digo: una de las cosas buenas del deporte es que a veces deja intactas a mentes bien enfermizas que se disfrazan con cuerpos sanos.

Hasta donde sé, el futbol es invento inglés; britón, como tantos otros deportes. ¿Será deporte la economía? En cierto sentido sí, y por aquello de que etimológicamente lo que se realiza de-la-puerta-hacia-afuera, es justamente de-porte. Como ya no estoy en edad para los deportes violentos, he dejado de seguir la lucha libre internacional; mi páncreas y la pituitaria se me alteraban al presenciar que nuestra selección nacional de luchadores económicos –técnicos–, es mantenida constantemente espaldas planas, por los rudos del primermundo. No es casual que haya sido justamente en suelo británico en donde surgieron las grandes teorías fundamentales de la economía contemporánea. Pero como creo que no es mi especialidad hablar por ejemplo del neoliberalismo, tan bien enarbolado por la rudísima Margarita Thatcher, prefiero seguir hablando de deportes convencionales y no del campeonato económico tan bien diseñado para que sigan ganando los Pesos Pesados contra los Peso Mosca. ¿Cómo va el marcador?

¿Te gusta el cricket? Es encantador con todo y su función teológica: viendo un partido comienzas a creer en la eternidad. Un encuentro dura días, y la pachorra del ¡fragor! diario permite que los equipos vayan a tomar el ‘lunch’ o lonche con su respectivo té. ¿De qué se trata? En el momento en que el forastero comienza a descifrar ese deporte, comienza a entender el alma británica. Aparentemente es sencillo: un pitcher lanza la pelota para tratar de derribar tres palitroques situados a espaldas del bateador. De la onomatopeya ¡‘crick’! se deriva el nombre y un sin número de sutilezas que hacen indescifrable el juego con sus ‘wickets’ y carreras.

Durante siglos los ingleses fueron ¡campeones mundiales! de cricket. Pero ándate que jamaiquinos y paquistanos tomaron en sus manos el ‘bat’ (con forma de pala plana) y ¡sopas! Fue un bocado difícil de asimilar para un Reino Unido que está re-dimensionándose en el mundo. Imagínate que los Contaminadores de Matatlán les ganaran la serie mundial de béisbol a los Gangsters de Wall Street. ¡América no sería la misma! Pues por extraño que te parezca, el cricket es la madre del quesque rey de los deportes; se le hicieron algunos ajustes al jueguito, quizá para quitarle algunos grados de bostezo, y a marcar ¡carreras! La relación de madrepatria y engendro novedoso, es tan marcada entre USA y UK (United Kingdom), que incluso se advierte en esas derivativas deportivas como la que se da en la relación cricket-béisbol.

“Dona sangre… ¡Juega Rugby!”, y durante el invierto britón, la frase se repite en las mejores universidades del reino. ¿Por qué en invierno? Porque cada deporte tiene su temporada. ¿Por qué en las universidades? Porque los deportes son marca social, y el Rugby lo practica la costra del virote (sic) y no el migajón social, para el cual está destinado el futbol.

Sin panti ni cráneoprotectores –sin cascos ni rodilleras–, los jóvenes se lanzan a la carga del territorio enemigo trasladando un balón ovoide. Y eso del “dona sangre…” hace alusión a la violencia intrínseca del deporte, que te lo recomiendo si te gusta oír ruido de cabezas que chocan o de huesos que crujen y… temperaturas bajo cero. ¿Machismo? Muchísimo, pues quien practica Rugby tiene el estigma de ser superior, aunado al hecho de que las universidades sólo reciben a los supuestamente mejores y luego de un proceso de decantación escolar. Como aquí, ya ves, sólo los mejores tienen derecho a la educación que les proporciona el Estado, ¿no es cierto? Pero el caso es que de nuevo el Rugby se convirtió en la fórmula engendradora en suelo americano de un deporte con nombre mentirosillo: Futbol Americano, que no es patabola ni tan americano en el sentido continental. Entre los ajustes madinusa están las protecciones que utilizan los jugadores, que en el caso del Rugby no van más allá de calcio fortificante de los huesos. ¡Ah, los britones!

Ya viene, ya viene; incluso me dicen que buscaron extras aquí en Guadalajara. Otra sobre el Titanic, aquel barcote que se les hundió a los britones en el primer viaje y costó la vida a más de 1,500. La mejor explicación que he oído sobre el hundimiento, es que el Titanic era el símbolo de una sociedad tan estratificada como la britona y cuyas clases se diferencian más allá de los deportes –la aristocracia y el Polo; Wembley pa’l peladaje–, incluso en el idioma. ¿Inglés británico? Sucede que al poner pie en la angliaterra, te das cuenta que el ‘cookney’ es el idioma prevalente (y madre del inglés americano). Sí, el ‘cookney’ resulta indescifrable por su capacidad de economía del esfuerzo expresivo, y a ver si un ejemplo clarifica: ‘ayuait’ es el equivalente a jauariu-mai-frend, fonéticamente; es como si en español en vez de preguntarte “¿cómo estás tú?, simplemente dijera “¿tas?”. Ese es el inglés mayoritariamente británico, y clasificante.

De las Joyas de la Corona, se desprende Hong Kong; sin muchas ganas la Nueva Inglaterra se la desprende porque muerto Mao, la “Nueva” China resultó otra. Más tardaron en momificar al líder que en despacharlo al olvido (ti’ablan Fidel), y la muy docta en deportes Gran Bretaña sabe que en ocasiones hay que perder partidos para ganar campeonatos; o para esperar otra ronda.

Muchos deportes emanados de Gran Bretaña los practicamos aquí: el tenis lo jugaba Enrique VIII y el básquet lo inició un anglo-canadiense. ¿Aprender a jugarlos para que nos ganen? Eso me da la impresión, es el caso del “Neoliberalismo” y los Chinos: apegaditos a las reglas y metiendo gol. ¿Cuándo aprenderemos no sólo a copiar, sino a innovar? Algún día…

Te digo, todo tiene su historia, hasta los deportes… Táte bien, y luego te busco.

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