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Caminó

Por Alvargonzález; 14 de octubre del 2002

Fue en el ‘cincuentaitantos’ cuando frente a un Expiatorio aún sin concluir, apareció Cuauhtémoc; en el puro centro del entonces parque y sobre un pedestal sobresaliente. Con su chimalli (escudo) y su macana (esa sí que no sé cómo en náhuatl se dice), penacho y todo el atuendo correspondiente. Bronce heroico en honor del ‘águila que cae’, si bien modernos etimólogos ‘nahuatlacos’ afirman que la traducción del nombre que aprendimos desde la primaria es ya otra y en eso no me detengo.

Nuevo entonces el parque ahora convertido en plaza con el nombre de quien dirigiera la conclusión del templo, las autoridades consideraron pertinente colocar la imagen del derrotado héroe allí (si en lo de ‘derrotado’ me equivoco, corrígeme). Bronce fundido, faltaba más, en la mismísima Mesa Central y seguro sobre encargo específico, faltaba menos.

Pero ya ves la irreverencia popular carente de sentido estético y preñada de análisis coincidente. No bien quedó instalado el prócer allí cuando el pópulo transeúnte advirtió que el escultor por efecto o defecto de modelaje y por la manera de tener las piernas el vigoroso sujeto escultórico, daba la impresión de claudicar (cojear para que mejor ‘mentiendas’). Como aquellos eran tiempos aciagos de la poliomielitis pues todavía el Dr. Salk no encontraba el remedio preventivo, la escultura fue bautizada como eso: Monumento a la Polio. ¡Ah que la raza tan ocurrente!

¿Raza? Sí, ya puse tan peliaguda palabra y apenas pasado el día 12. ¿Día de la…? ¿Pero es que eso, raza, tiene alguna relevancia en un país donde constitucionalmente todos somos iguales?

Haya estado como haya estado, Cuauhtémoc caminó; digo, su efigie de bronce que fue trasladada al Jardín de Analco y lo muestra la foto. Ya su zócalo, desplante o pedestal no tiene la altura que tuvo frente al Expiatorio, pero allí está ahora y adosado al frente un pequeño letrero que dice textualmente: “A Cuauhtémoc, padre de la mexicanidad”. Te digo, de que la raza es ocurrente lo es, y la raza política aferrada liberalmente al penacho, no es la excepción: su tabú-lador histórico sencillamente niega la brutal, lamentable, execrable (échale adjetivos por favor)… pero innegable caída de Tenochtitlán. ¿Nomás él es el padre de la mexicanidad? ‘Crioqueno’… El asunto es un poquitín más complejo.

O sea que -como diría el Ministerio Público- seguimos en las averiguaciones previas en eso de qué somos los mexicanos. ¡Ay penacho, como pesas! ¡Ah, raza!


Más de Alvargonzález en; www.gatofuentes.com/ ‘Escritos de amigos’.

Venta de los ‘Cincuenta Recuentos’ con Macartur en la librería ‘El Desván de Don Quijote’ (antes ‘La Berinta’), López Cotilla 813 y con Mario o Fabián en el puesto de periódicos ubicado en Américas y Morelos. Abierto todos los días de 8 A.M. a 9 P.M.

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2 comentarios en «Caminó»

  1. Mexicanidad aparte, hay más monumentos de después de la colonia que de antes, seguro se debe precisamente al haber “perdido” como bien expresa Alvaro la lengua náhuatl.

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