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Los Oblatos

Por Alvargonzález; 2 de mayo del 2002

Hijos del siglo XVIII, su nombre ha perdurado a pesar de lo efímero de su muy canónica existencia; el nombre quedó incrustado indeleblemente en la ciudad: Oblatos fue cárcel; Oblatos es denominación barranqueña y hasta nombre de fraccionamiento urbano hacia el noreste, y todo en el territorio de lo que fuera la Hacienda de los tales Oblatos.  Pero ¿quiénes fueron ellos?

Hablando en términos convencionales, y espero no ofender tu ortodoxia, una Macroempresa requiere del apoyo de medianas y pequeñas empresas periféricas. Así la Iglesia Católica –macro–, se vale de órdenes y congregaciones –medianas y pequeñas organizaciones–, para sustentarse. A lo largo de los siglos la historia de esas ‘empresas periféricas’ ha sido la misma: un fundador que se allega de seguidores, y del número de ellos y la volumetría que se logra en cuanto a afiliación, depende dejar de ser ‘congregaciones’ y alcanzar el grado de ‘órdenes’ religiosas, tales como Dominicos, Franciscanos, Agustinos o Jesuitas. Pero igual que en el terreno de la libre competencia, hay empresas que comienzan y ¡paf! ¿Quiebran?

En 1702, el Papa Clemente XI aprobó las llamadas Constituciones de la Congregación de los Sacerdotes Oblatos. Perdóname, pero no pude averiguar el nombre de quien tuvo aquí la idea para formar ese grupo cuyo nombre, traducido del latín, significa o bien “los que van delante”, o “los que se ofrecen”, indudablemente en aras de sus principios o creencias. Sacerdotes Oblatos y que seguro para la manutención de sus divinas intenciones requerían de elementos bien mundanos de sustentación. Para ello nada mejor que una hacienda, tierras de labranza y productivas ubicadas no muy lejos de la ciudad.

En el otrora camino a San Andrés –hoy Av. Obregón–, una escuela es conocida aún como ‘Los Trojes’, y dicho así en falsa concordancia. De hecho, allí fueron ‘las trojes’ o depósitos de granos y cosechas de la hacienda de los Sacerdotes Oblatos, y el lugar posteriormente fue el punto de partida de un pequeño ferrocarril que llevaba paseantes hasta el borde de la barranca esa de los tantos nombres, y sitio de tertulias campestres. La escuela que ocupa ‘hoyendía’ el lugar fue construida hace unos sesenta años.

Lo que son las cosas, mira: la congregación religiosa de hechura netamente tapatía, no tuvo mayor relevancia. Para 1775, a setenta años de su fundación, desapareció. No tuvo éxito la convocatoria y podríamos decir que por falta de quórum simplemente se extinguió. La hacienda seguro pasó a otras manos, ignoro si eclesiásticas o no, pero el nombre sobrevivió extensamente la intención primaria del fundador; las pretensiones metafísicas dejaron paso a la simple física urbana, en donde la toponimia permanece a pesar del fracaso de la empresa teológico-tapatía.

Los Oblatos se extinguieron y Oblatos se quedó vinculado para siempre con la ciudad.

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1 comentario en «Los Oblatos»

  1. Víctor Sánchez Ramírez

    La congregación de los Oblatos fue idea del Obispo Juan de Santiago León y Garabito. Quien llegó a Guadalajara en 1678, esta congregación fue la orden religiosa de los Oblatos del Señor Salvador, a imagen de la orden religiosa fundada en Milán en 1578 por San Carlos Borromeo, conocida como Oblatos de San Carlos Borromeo.

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