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Magia

Y Luego…

Por Alvargonzález; 15 de marzo de 1997

Tiempos de crisis son tiempos de magia, y tal vez algún día conversemos tú y yo acerca de esa constante en la Historia de la humanidad y expresada en una malapalabra: crisis. O sea que siempre han sido tiempos de magia, y ella parece vulcanizada –en diversas presentaciones– al alma humana. Pero como solemos decir: hay niveles y nive­les. ¿De cuánta magia requieres tú para seguir tirando pa’lante?

Por la mañana, y antes que des­punte el sol allá por el cerro de Santa Fe, subo a la azotea (no me atrevo a decir eso “de tu casa” porque la misma crisis puede hacer que malinterpretes la fórmula social) y contemplo el cometa. Estoy seguro que a sus buenos millones de kilómetros de distancia de Guadalajara, no se ha enterado que “Hale-Bopp” es su nombre científico, e igualmente sigue su órbita milenaria y elíptica desde las profundidades del sistema solar. ¿Ya lo viste? Se desliza con su cabellera a medio despeinar, que eso y en griego ‘komes’, significa cabellera, con el fondo de constelaciones a los que ni los antiguos ni modernos horoscopistas les han en­contrado función e influencia en nues­tras vidas: Casiopea, Camelopardalis (sic), Perseo, Andrómeda y Lacerta. Cosa de paciencia, pues ya vendrán avispados lectores de estrellas, especialistas zodiacales, para explicarnos por qué algunas constelaciones sí y otras no, actúan mágicamente sobre nuestra terrestre existencia.

El ser urbano ya no tiene tiempo para asomarse a las estrellas más allá de las que vomita la pantalla a rauda­les. Las antiguas supersticiones han sido sustituidas por otras en las mentes pavimentadas de los urbanitas; sí, urbanitas tú y yo, a los que nos tiene sin cuidado lo que los antiguos pensaban de los cometas anunciantes. Quesque a Moctezuma un cometa le advirtió la ¿tragedia? de que tú y yo nos íbamos a apellidar como nos apellidamos (a no ser que el apellido tuyo sea fruto de mi­graciones posteriores); quesque los chinos, inventores de la pólvora y a quienes nunca se les ocurrió que podía servir para despanzurrar prójimos, se la pasaban echando cohetes en medio de la noche para espantar a esos espec­taculares cuerpos celestes; quesque Juan de Monterrey –y fíjate que él se castellanizó su nombre original de Jo­han Koenisburg, para hacerlo significa­tivo en el universo de la ciencia de su tiempo– fue de los pioneros en calcular la órbita cometaria y así comenzar a desmentir la creencia de que su aparición obedecía a avisos de las divinidades.

En estos días, todavía allí está aparentemente inmóvil. ¿Te acuerdas la publicidad que le hicieron al re-vuelto pero muy disminuido Halley? Le ha faltado marquetín al actual, cualquiera su nombre, pero dicen que promete despeinarse más al aproximarse al sol. Ya veremos cuando surja en las horas crepusculares del comienzo de abril.

Cometa aparte, y la fama agorera que les acompañó durante milenios, en este siglo de la tantaciencia, las ofertas de magia siguen siendo inseparables de la peregrinación humana y con toda la técnica propia del llamado “progreso”.

El año pasado llegó suave, deslizante, un sobre a mi apartado postal. Venía de Hong Kong, y pienso que mi referencia postal debe haber provenido de alguna memoria computarizada que guardó mis datos cuando regresé a la suavepatria a perseguir el salariomínimo. Se trataba de una oferta para suscribirme a una publicación especializada en Astrología Financiera, editada por una astróloga-matemática. ¡Sopas! Por supuesto que ya estoy suscrito a tan sesuda revista trimestral –una ganga los 400 dólares anuales por ella–, sólo que ahora no sé dónde encontrar dinero para jugarlo a la bolsa… y siguiendo la voz de los astros. ¡Desastre! Justamente esa palabreja hace alusión a la creencia de que las formaciones astrales influyen en los hechos terráqueos funestos al des-astrarse. Recibir aquella carta, oferta, me hizo pensar en si mi brutéz es tanta que hasta Hong Kong se me advierte. ¿Será?

Mi  amigo René, proveedor oficial de la tinta que requiero para gargarismos como verbotraficante que soy, tiene un amigo pintor. Su especialidad, pintar arcángeles, y como los cuadros adornan la vendimia de libros de segunda mano y tercer ojo, allí los exhibe René. No te imaginas la demanda que han tenido los cuadros, y aparte de su belleza creo que otro factor es que el marquetín de la magia ha puesto de moda esas figuras angélicas o arcangélicas, como protectores contra el infortunio y el malvenir por llegar.

Desde chico mi madre me enseñó a rezarle a mi ángeldelaguarda. Ya de adulto he llegado a la conclusión que el que me fue asignado es muy parecido a mí, medio desorganizadón y con su agenda bastante desbarajustada. O debido a la demografía, tiene otros para guardar-cuidar, o de plano es sindicalizado y se siente muy seguro en su plaza. Me ha descuidado automóviles que se han evaporado en el lugar mismo donde los dejé, y si no considera mi ángel guardián que el carricoche es parte sustancial de la hipotética felicidad sigloveintesca, está fuera de tiempo. Con todo, le tengo afecto porque creo que el balance es positivo y sé que sólo es ángel, no mago.

Eso es, desde siempre la humanidad se ha debatido entre la magia y la fe; entre la sensación de que el tiempo corre y la ambición de eternidad. ¿Resignarnos a ser pasajeros? Pasamos todos. ¿Tú no?

La magia promete lo imposible: inmortalidad, seguridad absoluta; la fe –pienso– es mucho más sencilla en sus alcances: pretende darle sentido a nuestro ser transitorio, y a percibir que lo único cierto en la vida es ¡la incertidumbre! ¿Curas milagrosas? La magia las promete con uñas de tiburón y cartílago de gato –o al revés, lo mismo da–, y la fe nos ofrece la posibilidad de pensar en que somos parte de un “Cosmos” (orden, y en griego) al que pertenecemos misteriosamente más allá del ‘Kaos’ (tal cual, en griego también) que advertimos cotidianamente en nuestra carrera contra reloj.

Disfrazada de psico y parasicología; de obvnilogía y horoscopología, la magia campea en el siglo de los clones y la muchaciencia. Imposible erradicarla y ni quién quiera porque de ella necesitamos en dosis saludables y adecuadas. Lo que ocurre es que las fronteras entre la fe y la magia son tan tenues en la construcción de la esperanza –nadie sin ella puede vivir–, que los estafadores se multiplican y lucran con esa necesidad primaria. Cuidado, porque tiempos de crisis son ¡tiempos de magia!

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2 comentarios en «Magia»

  1. La magia para someter existe principalmente por los creyentes. ¿Quién es la excepción? La mejor definición del humano: es un animal creyente con la rara opción de ser racional.
    Ve, que no se requiere conocimientos para creer o no creer, satisfacen a la incapacidad o pereza mental.
    Es edificante y divertido conocer las supersticiones de los siglos pasados (ver el libro de Jorge Granero). Es un gran reto identificar las supersticiones practicadas en nuestro presente siglo XXI.

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