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Placeridad (2)

Por Alvargonzález; 28 de agosto del 2002

Decir “la plaza complace”, te parecerá entre obviedad y juego de palabras fácil. Pero la consonancia en el caso particular, va más allá de la coincidencia fonética y de ello nos ocupamos la vez anterior cuando traté de contarte cómo una función de la Plaza de Armas y de toda plaza pública era esa: facilitar el placentero encuentro colectivo o la placeridad de la población.

Allá cuando Guadalajara cumplió 450 años de estar donde está, escribí un libro en el que narro la transición hacia la excentricidad; o la forma en la que la ciudad dejó de gravitar en torno a su centro y se crearon polos de atracción social -placerantes-, y bajo un patronaje urbano novedoso procedente de…

Fue en Kansas City en 1924 que se construyó la Plaza Country Club. ¿Nos copiaron el nombre? No creo, pero fue el prototipo de la novedosa proliferación placera o de centros comerciales que sustituirían a la plaza pública con su función convocante y comunitaria. Si haces cuentas y adviertes los años que pasaron entre la edificación del modelo primario y la hechura de la primera de su tipo en Guadalajara, percibirás con exactitud que el proceso imitativo que nos caracteriza toma compases muy largos. Copiones y tardaditos…

En el país generador del neourbanismo tomaron de su madrepatria un término que es sinónimo de las Plazas: el Mall, que no es otra cosa que el gran corredor que en Londres va del Arco del Almirantazgo al Palacio de Buckingham. ¿Mall? Si bien el término acabó significando eso, vinculación entre áreas comerciales afines, la expresión es derivativa de un deporte que hace siglos se practicaba en el lugar y llamado Pallet Mallot. Te digo, las palabras en ocasiones tienen un significado original que el uso va perfilando o que la costumbre remodula. Así también habría que ajustar al tiempo el desfasado refranario: ‘dime cuál es tu plaza y te diré quién eres’ o ‘dónde moleas -de mall-, y te diré con quién te juntas’.

Proliferación de plazas con su novedoso sentido convocante y consumista. Grandes y espectaculares. Pero la mayor de todas, con su carabela en tamaño natural, con playa artificial, pista de patinaje, feria de juegos mecánicos, delfinario y kilómetros de pasillos entre tiendas, es la West Edmonton, en Canadá.

La carabela anclada frente a una filosofía bogante: si eres feliz ¡compra!, y si estás triste ¡compra! Apúrate pues la placeridad de la plaza te espera. ¿Cuál es la tuya?


Venta de los ‘Cincuenta Recuentos’ con Macartur en la librería ‘El Desván de Don Quijote’ (antes ‘La Berinta’), López Cotilla 813 y con Mario o Fabián en el puesto de periódicos ubicado en Américas y Morelos. Abierto todos los días de 8 A.M. a 9 P.M.

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2 comentarios en «Placeridad (2)»

  1. Sin duda alguna prefiero las plazas con sus kioskos a las plazas comerciales. Qué capacidad de observación tenía el Vallero, sigo sorprendido después de años de conocerlo.

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