Por Alvargonzález; 7 de octubre del 2002
De pronto caigo en la cuenta de que olvidé contarte algo y ello en principio me hizo sentir mal pero –en segunda instancia–, me sirve para recordarte que La Historia no es una ciencia exacta. ¡Qué va!
Sí, con septiembre se me escapó la posibilidad de que recordáramos puntuales la que armó Tenemaxtli en 1541, el mismo que representa la idealizada estatua que está en el jardín de Analco (y obra del Maestro Larios, quien también hábil y pacientemente rearmara al Mamut del museo). Con su arco, altivo y guerrero, luce el cacique Caxcán; escultóricamente la estatua es muy buena, pero históricamente la obra militar del –ese sí–, líder moral fue mayúscula. ¿Tú crees? No le pareció que unos urbanistas llegaran a fraccionar terrenos para fundar una ‘quesque’ Guadalajara de Indias. Y no es que tuviera escrituras sobre lo que ahora es Nochistlán, Zac., sino simplemente derecho de antigüedad sobre la tierruca. Por ello se levantó con su gente los Caxcanes y los Tecuexes como diciendo: “si pueden, quítennos de aquí…” o poniendo piedras en el camino de la Conquista. Eso su nombre significa: ‘tres piedras’.
¿Te suena el nombre de Pedro de Alvarado? Aquel que por ser güero los aztecas apodaron Tonatíuh –el sol–, y que arremetió contra los del Templo Mayor según él para ganarles la mano. Lo que quieras y gustes, pero Alvarado era hombre de guerra y a él lo llamó el Virrey de Mendoza para que junto con las tropas que venían de la capital –con muchos más caballos que los utilizados para la toma de Tenochtitlán y con tropas tlaxcaltecas–, pusieran en paz a Tenamaxtli. Dicen que el conquistador expresó aquello de “¿por qué temer a esos gatitos…?” antes de lanzarse al asalto del Peñol o Peñón donde estaban atrincheradas las huestes de Tenamaxtli. ¿El resultado primario? El altivo Pedro moriría en lo que hoy es Jalisco; ‘tiempodeaguas’, y en la retirada –pues los de aquí resultaron más fieros que los Aztecas–, el caballo resbaló y le cayó encima. “Me duele el alma…” fue su expresión de caballero moribundo.
Lo que el acero no logró lo hicieron los frailes: pacificar a los sublevados, que en todo caso resultaron triunfadores o invencidos.
He andado por Nochistlán y por Littlebighorn. ¿Qué? Sí allá donde Toro Sentado literalmente aplastó a Custer y a su caballería. En una inscripción en el museo de sitio en Wyoming se lee: “el hecho heroico no modificó sustancialmente el curso de la historia…” La lucha –brava–, se hizo aquel septiembre, pero Guadalajara finalmente prevaleció.
Alvar también tuvo en radio a Arturo Ortega, autor del libro Fronteras de Papel, donde habla de los mexicanos de ¡1846!, cuya religión española los hizo apolíticos y enemigos entre sí, por lo tanto víctimas de los gobernantes más traidores. No hemos cambiado casi. Para el catolicismo existe el «al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios», pero jamás existe el César y Dios son enemigos, No te metas con César y SI conmigo, o Si te metes con César ya no te metas conmigo; es decir no sé cómo las gentes concluyen absoluta apatía a «meterse» en asuntos que debieran interesarles, como es su propio gobierno. Total que no progresamos lo necesario, poco han servido los héroes que han dado su vida por nosotros. Tenamaxtli, ¿cómo no me pusieron así mis padres? uf, en primer lugar ni conocen el nombre, en segundo les da vergüenza, pero Alvar cómo hace por encontrar nuestro buen entender para mejorar, si no ¿para qué?