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¡Píntala pintor!

Por Alvargonzález; 4 de agosto del 2003

En 1934 concluyó la demolición de la Penitenciaría de Escobedo, y por componendas (bello término instalado en el vocabulario político nacional), a los contratistas se les otorgó el derecho de fraccionar el extenso rectángulo desde la frontera del Parque de la Revolución hasta Escorza. Los terrenos salieron a la venta con precios que iban de los 10 a los 15 pesos/mt. Carísimos.

Tanto por Juárez como por López Cotilla y calles aledañas, empezó la construcción al estilo remedante de la época. Ve y mira los vestigios que aún quedan de esa arquitecto-ingeniería basada en el modelaje ‘madinusa’. Las fachadas de las casas que aparecen en el blanquinegro ‘jolivudesco’ de las películas del tiempo aún son visibles por el rumbo y si me equivoco corrígeme por favor. Pero la zona también sirvió como área de ensayo para más de alguno de los ‘maistros’ de obra (dicho en griego suena más elegante: “arquitectos”) que destacarían en la cancha urbana local, en la nacional y aun en el extranjero.

Mira esa fachada descarapelada. Se encuentra frente a mi proveeduría de tinta seca documental, donde me surto de documentos (obviedad) y lecturas, para tener algo qué contarte. Allí está, L. Cotilla, entre Camarena y Rayón, y en esa casa vive don Andrés. Ocasionalmente he conversado con él y orgullosamente me ha contado que allí vivió un pintor de brocha bien gorda. Por eso lo de “píntala pintor” de mi convocatoria inicial, a ver si regresa y le da siquiera una repasada con el ahora muy de moda colorido ‘barraganesco’ –azules y naranjas, ¿los has visto?–, para que no luzca tan ‘carapelada’ la fachada. ¿Barraganesca? Pues sí, don Luis quien se recibió de ingeniero y luego se autoproclamó por méritos propios como arquitecto –Luis Barragán– proyectó la casa y la habitó aquel pintor llamado por el gobierno del estado para que con sus gordas brochas contara su versión de la historia en los muros oficiales siguiendo la tendencia muralista aquella ¿también de época?, del “donde me paguen, pinto…” Vino, vivió y pintó el oriundo de Zapotlán que ya hace mucho había emigrado a la Lutecia nacional, y tuvo que instalarse un largo tiempo en la ciudad mientras –con peonada poco reconocida–, plasmaba su obra en el Paraninfo, en Palacio y en el Hospicio. Allí vivió mientras en Guadalajara vivió –¿otra obviedad?- Clemente Orozco.

Don Andrés se siente doblemente orgulloso de su casa plantada sobre tierras que fueron del Convento del Carmen, de la Prisión de Escobedo y urbanizadas en el 934. ¿Por qué Barraganistas y Orozquistas profesionales no juntan sus manitas, le dan una pintadita y le ponen una mona plaquita, a la casita de don Andresito (amo los diminutivos)? Allá ellos…

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2 comentarios en «¡Píntala pintor!»

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