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Bozero

Por Alvargonzález; 21 de agosto del 2002

Enigmático término ese que encabeza nuestro encuentro semanal; enigmático porque es hechura de la Castilla medieval cuando -con ortografía de época-, se le llamaba ‘Bozero’ a quien ‘com bozes e com palabras usa de su oficio’. De hecho se les decía así a los abogados, pero yo lo tomo en sentido más amplio para denominar incluso a una actividad con la cual he estado profundamente vinculado: ¿has oído hablar de los voceadores? Eso he sido durante buenilargos años. Te explico por qué y allá tú si lees.

De hecho se les sigue llamando así, voceadores, a quienes cotidianamente ofrecen tinta negra puesta sobre papel periódico. De hecho, también es preciso notar que en sentido estricto ya no lo son, pues debido al proceso ruidificante de las ciudades resultaría difícil oírles, y porque las notas que aparecen impresas son precedidas (casi siempre) por voces emanadas del hertzio. Ajustándonos a la cintura estrecha del lenguaje, hoyendía los tales voceadores notificantes resultan ser los que se plantan frente a micrófonos de toda laya y calaña; ¿bozeros?

Pero hubo voceadores en el sentido tradicional del término y fueron parte de la ciudad. Individuos que a todo pulmón recitaban o recetaban lo sobresaliente de los diarios para mover la curiosidad del potencial comprador. O simplemente el nombre de la publicación. Allí verás a uno que se inició en el oficio cuando todavía se usaba el grito voceante.

Diego Antonio Cedeño, ese su nombre. Al filo de cumplir 70, lleva más de cincuenta años en un oficio que -¿me creerás?-, la crisis ha repletado. Antes era un gremio compacto y hasta familiar que amanecía ruidosamente reunido en torno a las distribuidoras de diarios y donde todos se conocían por sus nombres o apodos. Así al ‘Mugres’ todo mundo le conocía dentro del ámbito de los voceadores, y no pocos aún lo identifican abordo de su bicicleta. “¿No te gusta bañarte, Mugres?”, le preguntó alguien y su respuesta fue limpia: “claro que sí, préstame tu baño…” Un puesto de periódicos se convirtió en su casa hasta que hace poco lo echaron; y sin alzar la voz sigue en el oficio, pedaleando.

Los voceadores se han multiplicado. No sólo en el aspecto tradicional del vocablo, de ofertadores de tinta sobre papel, sino como decidores desde antenas y compitiendo a través del hertzio por vocear ¡la verdad última e irrefutable! Pero a veces sólo propalamos el apodo de Diego: ¡Mugres!

¿Voceador? Yo desde hace casi 30 años y creyendo que nos merecemos un hertzio más limpio.


Escucha desde hoy en  Radiogonzález nuestra programación para el mes de julio.

Venta de los ‘Cincuenta Recuentos’ con Mario o Fabián en el puesto de periódicos ubicado en Américas y Morelos. Abierto todos los días de 8 A.M. a 9 P.M.



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4 comentarios en «Bozero»

  1. La internecia va ganando terreno. Solo los fuertes de decir como Alvar sobreviven.
    Salud por los voceadores limpios que no se dan baños de pureza.

  2. Terrible plaga de voceadores sufre la sociedad son los que te quitan la libertad a cambio de conseguirte bienes rápidamente, te dicen como: “¡Que afortunado… se ha ganado usted una tarjeta de crédito!….”

  3. Antonia Márquez Araiza

    Acá deste lado de la calzada por el rumbo de la expenal de Oblatos se deja escuchar la voz gritona de un señor que promueve un periódico cuyo único contenido (porque es lo único que oigo anunciar) son los muertos del barrio.

  4. Definitivamente el apodo de Diego es una apología al mercado de la verdad de hoyendía, sobre todo “El Metro” y sus hermosas portadas con fotografías llenas de sangre y encabezados tan faltos de respeto a la memoria de los difuntos. Un asco.

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